Jean Marie del Moral, en una imagen de archivo.  | Jaume Morey

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La última vez que Jean Marie del Moral se fue a vacunar, hace unos meses al Hipòdrom de Manacor, reparó en un caballo de plástico. «Iba con mi mujer, Catherine, y se fijó en la figura. La verdad es que era fascinante. Estaba allí mismo, entre bombonas de agua, lo cual le otorgaba un punto surrealista. Había mucha gente pero nadie parecía verlo. Me gusta mucho mirar cosas que a veces parecen extrañas, pero que no son ridículas ni habitualmente feas», detalla el fotógrafo. Esa instantánea es precisamente la más reciente de la exposición Life vest under your seat, que inaugura este sábado en el Museu Palau Solterra de la Fundació Vila Casas, en Torroella de Montgrí (Girona). La muestra está comisariada por el escritor y colaborador de Ultima Hora Pere Antoni Pons y podrá verse hasta el próximo 1 de mayo.

El título de la propuesta, compuesta por 73 fotografías, es muy revelador y evoca el viaje, sobre todo los desplazamientos en avión, aunque también se refiere a «las cosas raras que suceden en el mundo». Así, en la exposición se recopilan muchos de sus trabajos como fotoperiodista que le llevó a recorrer muchas partes del mundo, desde las dos Américas hasta Rusia y África, pasando por China, Turquía y toda Europa. Sin embargo, en la propuesta    también se recogen los retratos a artistas como Joan Miró, Jaume Plensa o Antoni Tàpies en sus respectivos estudios e imágenes más abstractas y experimentales, lo que Pons llama «(in)formalismo». Así, la exposición conforma un «recorrido y una visión muy completa» de la trayectoria de Del Moral, que arrancó en 1973. Ahora, el propósito es que la muestra siga su propio recorrido por el sur de Francia, España y Mallorca.

En la muestra se incluyen retratos a importantes artistas, como Jaume Plens o a Joan Miró, a quien retrató en su taller de Palma en 1978.

«Creo que cada fotografía es un autorretrato del fotógrafo, aunque sea de forma inconsciente y no responda a una idea conceptual. Cada fotografía dice mucho de quien la ha tomado», afirma Del Moral, que se define a sí mismo como una persona con «bastante curiosidad por mirar y ver». «A los jóvenes siempre les digo que cuando se pasean por la calle y encuentran algo que les fascina o que el ojo se fija, es que allí hay algo; sea un edificio, una persona o una caligrafía», añade.

Con casi 50 años de carrera, DelMoral asegura que «lo que ha cambiado no es la gente, sino la idea que tiene sobre la propia imagen». «Hace 15 días estaba trabajando en Cuba, en La Habana Vieja, y no me atreví a sacar la cámara. Ves a la gente tan preocupada por como está el mundo que no tienes derecho a hacer la foto, como si fueras un voyeur o estuvieras en un parque zoológico. Ha cambiado la timidez, la conciencia de que el mundo ha generado mucho sufrimiento. Además, hacer fotos hoy en día te puede generar muchos problemas. Hay mucha paranoia y agresividad, se ve al fotógrafo como un enemigo. Eso me hace pensar que tal vez haya algunos que se han portado mal en ese aspecto. Para mí la fotografía siempre ha sido como un diálogo. En toda mi carrera nunca he tomado ni una foto que se pueda considerar un robado. El turismo ha matado muchísimo el hecho de fotografiar, pero es lo que hay, hay que adaptarse», concluye.