Lleva cinco años viviendo en Algaida, pueblo en el que nacieron también sus parientes, los célebres escritores Pere Capellà y su hijo Llorenç, colaborador de este periódico. Es desde el estudio que tiene allí montado, en medio del campo y rodeado de naturaleza, que Joan Valent trabaja en un nuevo proyecto junto a Joan Martorell y Tolo Prats. Un proyecto que, si bien todavía no han bautizado, verá la luz esta misma primavera en forma de disco y, después, a través de conciertos por toda la Isla y más allá. Valent y Martorell estarán al piano, mientras que Prats se encargará de otorgar el perfecto «espacio sonoro» con su particular toque electrónico.
La idea de surgió a raíz de la película Pan de limón con semillas de amapola, una adaptación de Benito Zambrano de la novela homónima de Cristina Campos que se rodó en la Isla, especialmente en Valldemossa, entre 2020 y 2021. El filme estuvo nominado a Mejor Guion Adaptado, estatuilla que finalmente se llevó Las leyes de la frontera, de otro mallorquín, Daniel Monzón.
Sin embargo, la primera vez que los tres tocaron juntos en directo fue en la última Nit de l'Art, invitados por Sadhana Works. «Fue como un experimento y decidimos que, si funcionaba bien con el público, seguiríamos adelante. La gente se entusiasmó tanto que nos pusimos a ello. Ahora ha llegado el momento de ponernos a ello», señala Valent. «Fue como una toma de contacto», coincide Prats. «La intención es terminar el disco entre este mes y el próximo para lanzarlo en primavera», avanzan. «Estamos muy cómodos los tres, somos muy amigos, nos entendemos muy bien. Por fin, después de tantos años de carreras por separado, nos juntamos», añade Valent. Y es que, a pesar de tener estilos diferentes, al fin y al cabo los tres están muy involucrados en el terreno audiovisual.
La grabación la realizarán entre el estudio de Valent y Sonoteque, junto a Miquell Llinàs, que también jugará un papel importante en este proyecto como productor. Completará el equipo Joan Carles Añibarro, que ejercerá de representante. «Producto local, de kilómetro cero, en el que lo único extranjero serán los micrófonos», bromea Valent.
Por su parte, Joan Martorell reconoce que el hecho de que haya dos pianos puede ser «arriesgado», ya que «es un instrumento muy completo, que no necesita nada más». Por ello, la clave, coinciden, es el diálogo. «Hay que ser generosos, no pisarnos, regalarnos el uno al otro, compartir la experiencia. Con la experiencia que tenemos, no hay nada que demostrar, es el momento de disfrutar», afirma. Y es la intervención de Tolo Prats la que une los dos pianos, la que contribuye también a esta cohesión. De momento, Joan Valent y Martorell trabajan en ese diálogo a doble piano y, más adelante, se unirá Prats.
En cuanto a su intervención de carácter más «experimental», Prats apunta que se encargará de «capturar elementos de los propios pianos para manipularlos y crear una especie de capa y texturas sonoras para que puedan ir generando líneas melódicas y rítmicas por encima». «Mi intención es producir una sensación sonora sensitiva y orgánica. Me gusta mucho la naturaleza y trabajar con sus sonidos, samplearlos, sumarlos y usarlos en la manipulación que haré de los pianos», avanza. A su vez, los tres músicos convienen que la improvisación es también un aspecto clave para ellos. «El planteamiento es concebir una serie de piezas musicales que no estén basadas en escrituras muy cerradas, sino que sean abiertas para que, cuando las interpretemos en directo, puedan dejar margen a la improvisación y a la manipulación. En definitiva, crear espacios sonoros de improvisación», concluye.
Tan bien se conocen y se entienden Valent y Martorell que aseguran que la música surge a partir de impulsos y de miradas cómplices. «Vamos creando a partir de impulsos y, después, vamos respondiéndonos, como si habláramos, pero no lo hacemos. Uno propone algo, simplemente con la mirada, y el otro le sigue. Es como magia», insisten. «Todo encaja y no sabemos dónde empieza lo que hace uno y dónde termina», agregan.
Valent y Martorell, que han ido hilando proyectos en el ámbito cinematográfico desde la película Las brujas de Zugarramurdi (2013), de Álex de la Iglesia, volverán a trabajar juntos en la nueva serie protagonizada por Antonio Resines, Sentimos las molestias, que se estrenará el próximo mes de abril en Movistar+. La ficción, dirigida por Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero, tenía que emitirse este mes, pero debido al ingreso hospitalario de Resines por coronavirus se retrasó.
A nivel individual, Valent tiene pendiente de estrenar con la Orquestra Simfònica (OSIB) la pieza Simplicity y, en este 2022, también interpretarán una obra sinfónica en el Auditorio Nacional de Madrid. Martorell, por su lado, está en la serie Campamento Newton, que podrá verse este verano en Disney Channel, y en el thriller Malnazidos, de Javier Ruiz Caldera. También está componiendo las bandas sonoras de dos películas de directores mallorquines: Amigo invisible, de Pablo J. Cosco, y Hambre, de Manu Herrera. Esta última se rodó hace ya un tiempo y se ha programado en diferentes festivales, pero todavía no ha llegado a las salas. Asimismo, cabe recordar que Martorell formó parte del equipo de Zeltia Montes, que se llevó recientemente el Goya a Mejor Música Original por El buen patrón, dirigida por Fernando León de Aranoa.
El apunte
Joan Valent, en Arco con el artista cubano Dagoberto Rodríguez
El músico, compositor y director de orquesta Joan Valent estará en Madrid con otro proyecto, esta vez relacionado con las artes visuales, concretamente con el creador Dagoberto Rodriguez, del conocido grupo Los Carpintero. Se trata de dos montajes con imágenes en movimiento de Rodriguez a los que Valent les pone música. El martes, cuenta Valent, estará presentando el proyecto a diferentes programadores en el estudio madrileño del artista cubano. Después, esta instalación recalará en la feria Arco. No es la primera vez que Valent y Rodríguez trabajan juntos. Por ejemplo, el cubano ilustró el álbum Poetic Logbook (2019), de Valent.
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