Miquel Àngel Vidal posa con su primera novela original en castellano.  | Pilar Pellicer

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La pequeña historia, aquella de los que mueven el mundo aunque no salgan sus nombres en los libros. Esa es la que interesa a Miquel Àngel Vidal, quien acaba de publicar su primera novela original en castellano, Todos los mares, todas las tierras, con el sello Calambur. Su trama podría ser la continuación oficiosa, que no oficial, de El jardí de les Hespèrides, ya que si en éste hablaba de la tripulación que acompañó a Cristóbal Colón en la Santa María, ahora narra la peripecia de Francisco Rodríguez, uno de los supervivientes de la primera circunnavegación de la Tierra: la expedición de Magallanes y Elcano, de cuya efeméride se cumplen 500 años este 2022.

Esta es su primera novela escrita en castellano, ¿a qué motivo se debe?
— Buscaba contar la historia desde la tripulación y, aunque al principio pensé en escribirla en catalán, no hallé la forma. De todos modos, yo me considero un auténtico bilingüe. Amo la literatura castellana y la catalana. Además, soy profesor de castellano y doctor en Filología Catalana, por lo que he trabajado ambos idiomas y pensé que podía hacerlo en castellano y me he sentido muy cómodo.

La novela utiliza expresiones arcaicas, ¿cómo ha sido ese proceso?
— Soy un gran lector de novela picaresca del siglo XVI y he usado fórmulas hechas y léxico típico de la época, aunque no quería que fuera pesado. Sí he dejado expresiones o pronombres enclíticos y, como curiosidad, hay un personaje que dice muchos refranes, pues bien, todos están sacados de El Quijote.

¿Qué le atrae de esta historia?
— Siempre me ha interesado. Es algo digno de contarse, porque me parece una proeza única y, si se tratara de otro país, se reivindicaría mucho más. A mí me da igual si son españoles o no, me parece algo excepcional, pero si fuéramos ingleses estaríamos con centenarios y cohetes.

A pesar de todo, no es la proeza en sí lo que le interesa en la novela.
— No me interesaba tanto el hecho histórico en sí, sino toda la información suplementaria imprescindible para hacer que el lector entienda cómo se vivía en el siglo XVI. Además de narrar lo que vivieron los que participaron en esa expedición. La novela histórica es como un iceberg, hay hechos, que son la punta y una gran masa que no se ve. Esa es la intrahistoria, lo que les ocurría a los marineros que vivieron la proeza, pero no es la proeza en sí.

¿Por qué centrarse en esa parte de los sucesos?
— Porque era lo que me interesaba. Es el pueblo el que hace la historia. Él toma laBastilla, no Robespierre, aunque luego solo queden los grandes nombres en los libros. Quería reivindicar a los que hacemos la historia cada día sin darnos cuenta, porque los que llegaron con Elcano son tan o más importantes.

¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
— He leído muchísimos libros y, además, tenía un álbum de fotografías de los lugares que transcurren en la novela con imágenes mías o sacadas de internet porque si no te crees lo que estás contando, es muy difícil imaginarlo, y yo quería dar ese punto visual que tiene mi escritura. Quería que al lector le golpeara la realidad del siglo XVI sin contarle, por ejemplo, que no había electricidad en esa época.

Tras Colón y Magallanes-Elcano, ¿habrá un tercer viaje?
— Me gusta la idea de una trilogía, pero no he dado con un viaje que me apasione tanto como estos dos todavía.