Un público entregado de 15.000 personas en el Wizink Center disfrutó el martes del torrente de talento de Rosalía durante un espectáculo vanguardista, minimalista y muy audiovisual. Fue una de las citas previas de la cantante antes de su llegada al recinto Trui Son Fusteret el próximo 1 de agosto.
Una de las reinas indiscutibles de la música popular de 2022, y con su disco Motomami en lo más alto de las críticas internacionales, la catalana, vestida con un traje de cuero rojo con aperturas laterales, llenó el primero de los dos conciertos sucesivos que tiene programados en la capital.
Como ya ha venido haciendo en sus anteriores espectáculos, y con un estilo contundente y un punto estrafalario, como el propio disco que centra el repertorio, Rosalía se mueve durante hora y media en un escenario casi vacío, y solo acompañada de ocho excelentes bailarines que en varios momentos graban su propia visión del espectáculo. Sin más instrumentos visibles que los que en varios momentos ella misma toca –por ejemplo, el piano durante la banda Hentai o la guitarra en Dolerme– no hay músicos para acompañar la potente y característica voz de la cantante, que se va despojando de trenzas postizas y maquillaje durante la actuación.
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