Victòria Morell también fue víctima de estos trastornos alimentarios. | TAREK SERRAJ

TW
0

La vida puede ser difícil de soportar en ocasiones. Es entonces cuando puede superarnos y hacernos perder la perspectiva. Una sombra, entonces, ocupa el campo de visión y corremos el riesgo de olvidar lo bueno, lo que nos hace felices desde la infancia, como el olor a tierra mojada en una tarde lluviosa. Esto último, que se llama Petricor, es lo que da título al documental que Victòria Morell estrena el martes 26 en laSala Rívoli de Palma dentro del Atlàntida Mallorca Film Fest. Y por partida doble, ya que la acogida ha sido tal que se ha anunciado un segundo pase que ya tiene aforo completo.

La propia Morell reconoce «no esperar este recibimiento» y «estar muy contenta». Petricor, producido por Nova Producciones e Ib3, es uno de los estrenos baleares del año y las ganas del público lo confirman. Se trata de un visionado esperado para acompañar a las tres mujeres protagonistas del documental, Cuca, MaríaLuisa y Neus, y su manera de lidiar con el trastorno alimentario. Pero no es solo el viaje de ellas el que veremos, sino también, más de fondo, el de la propia Morell, que conoce de primera mano lo que es sufrir este tipo de enfermedad. «Petricor ha supuesto un duelo y esta es una historia que tiene muchas historias dentro, y despedirte de todo eso ha sido difícil», detalla la directora.

Noticias relacionadas

«Cuando empecé el proyecto se cumplían 10 años de un ingreso hospitalario propio y era una buena efeméride», recuerda Morell, pero aunque la fecha de inicio de la producción sea reciente, la idea de Petricor nació y se gestó mucho antes: «El proceso creativo estuvo presente siempre más allá de lo íntimo», yendo casi en paralelo la «vivencia personal y lo profesional, estando muchos años con la enfermedad, pero también pensando cómo darle forma», aprendiendo no solo a vivir con ello, sino a reflejarlo.

Cartel del documental.

Fantasmas

Finalmente, «al cabo de diez años supe que había llegado el momento y que estaba preparada para contarlo», algo que llegó acompañado una vez que Morell sentía tener «los recursos emocionales y las herramientas para hacer frente a los impulsos de la enfermedad, incluso en situaciones en las que estoy al límite y es fácil que la enfermedad aparezca. Hace 10 años hubiera recurrido a la sintomatología, pero ahora puedo parar y frenarlo», puntualiza. A la pregunta de si el rodaje de Petricor ha supuesto el último paso para dejar atrás la enfermedad, Morell guarda silencio unos segundos y medita su respuesta, sabedora de que no hay pasos en falso. Finalmente, contesta: «Sé que el fantasma siempre estará ahí y hay cicatrices o sensaciones que siempre voy a tener, pero ahora la enfermedad no me controla». Algo que ha corroborado porque «ha habido momentos muy al límite en los que me he visto superada. He sufrido y llorado mucho, pero también he reído», rememora Morell.

Por encima de todo, Petricor «me ha ayudado a ver la dimensión de estos trastornos y es lo que espero que la gente vea, que esta enfermedad trasciende todas las edades y va más allá de la imagen, el cuerpo o la moda. Es el reflejo de un malestar emocional y el cuerpo es solo la punta del iceberg».

Punto de vista
Clara Ferrer

Contra la banalización

Clara Ferrer

Cuando una persona oye hablar de anorexia o de bulimia se imagina a una mujer joven que se niega a comer o que vomita todo alimento sólido que ingiere. Que si logra volver a comer ya está curada, porque lo que le sucede es que quiere estar delgada y perfecta. Y ya está. Esta es la lectura más habitual y más alejada de lo que le sucede realmente a alguien que sufre un trastorno de la conducta alimentaria. Victòria Morell lo sabe bien y lo demuestra en su nuevo filme, Petricor, que aporta una visión tan cruda como real a través del testimonio de tres mujeres de generaciones diferentes. Las tres ­–María Luisa, Cuca y Neus– son madres que han pasado por un trauma infantil al que no han sabido enfrentarse de otra manera que castigándose. Porque estos trastornos, en esencia, son eso: castigos autoinflingidos. Es, al fin y al cabo, una manera de autodestrucción. Como dice la doctora que las atiende, «la anorexia muchas veces es una forma de no crecer, de quedarse en la niña, de necesitar que otro te alimente». El cuidado de los demás y de una misma. Cuántas veces se nos olvida eso. Como lamenta una de ellas, «nadie habla de las emociones». Afortunadamente eso está cambiando. Y, de nuevo, lo demuestra Morell. Una cinta que ayuda a entender unas enfermedades presumiblemente conocidas.