«Mis primeras experiencias en el cine las asocio con ir en familia, con mis padres, a ver películas que me parecían de otro planeta y que me tenía algo de enseñanza vital, de vivencia trascendente, que me hacían seguir yendo a verlas». Este recuerdo de infancia sigue siendo una realidad para el director Miguel Eek, autor de La primera mujer y Ciutat dels morts que esta tarde a las 19.00 horas, en el Cine Ciutat, estrena su más reciente documental, Pantalles buides, en el que rescata y, sobre todo, rinde tributo a los cines del pasado, presente y, en cierto sentido, futuro de Mallorca. Se trata de un «homenaje» a todos aquellos que dedican su vida a mantener estos «santuarios». La entrada al acto es gratuita y contará con un coloquio posterior al tratarse de una actividad que sirve de previa del festival MajorDocs que arranca la semana que viene.
Así pues, Pantalles buides ha recabado los testimonios de exhibidores y trabajadores de diferentes salas de la Isla, desde los actuales Augusta, Ocimax, Rívoli o CineCiutat hasta los ya desaparecidos Metropolitan, Chaplin o Goya de Manacor. «Nuestra idea era acercarnos a la experiencia de ir al cine y cómo se ha transformado hasta ahora». En esos cambios se incluye desde «que antes había un cine en cada barriada y pueblo de Mallorca» a que ahora, por desgracia, están todos concentrados en unos cuantos espacios.
«Llegaron a haber más de 200 pantallas en toda la Isla», destaca Eek quien detalla cómo los hábitos de consumo, la llegada de los VHS primero, los DVDs luego y las plataformas de streaming ahora han ido erosionando la preeminencia de los cines como el lugar en el que se ven las películas. «Algunos de estos lugares han quedado como para un público más cultural y muchos otros han desaparecido», aunque, reconoce, «hay películas que deben seguir viéndose en sala porque en casa tenemos muchas distracciones, ruido, y una superficialidad agresiva que no funcionan con cintas que requieren de una atención total».
A su vez, para el director la vivencia de entrar en algunos de estos templos ha sido «algo muy emocionante». «Tiene algo de poético y nostálgico volver a estar en estos sitios», sobre todo en algunos como el Goya de Manacor que «parece que un día echaron el cerrojo y quedó tal cual, como si el tiempo se hubiera detenido, con los carteles y las máquinas aún en su sitio», rememora.
Nostalgia
No obstante, por muy especial que pueda ser la visita a estos cines, si existieron fue por aquellos que les dieron vida: «Los trabajadores, gente anónima que ha dedicado su vida a los cines». Es «entre los proyeccionistas es donde más nostalgia encontramos», mientras que los propietarios como los hermanos Salom y los hermanos Salas, de Aficine, o Pachón, expresidente de Cine Ciutat, también dan su parecer sobre «las crisis que tienen en el sector» o «el pesimismo por el nulo recambio generacional ni en exhibidores ni en trabajadores». Todos juntos configuran un cuadro que Pantalles buides refleja sin esquivar la nostalgia, «que está presente», pero con la mirada puesta en el porvenir al estar la cinta dirigida a los trabajadores del «pasado, presente y futuro».
A todos ellos dedica Eek su agradecimiento, pero también salta a la vista que es, quizá, una de sus cintas más personales. «Es en la que más salgo yo, de hecho, y hemos querido tirar un poco a la experimentación, mostrando cómo rodamos y dirigiendo a los personajes». El tema no es para menos: «Yo tengo una hija de 6 años y cuando vamos al cine y veo cómo su cara se ilumina y deforma, es como si la magia volviera a existir. Creo que el cine es de los pocos espacios donde todavía se produce algo mágico», considera.
Por ello, no duda en calificar de «acto de resistencia» al hecho mismo de «mantener un cine» y considera que estos espacios, a pesar de la rebaja en su población en nuestra tierra y de las múltiples ofertas de entretenimiento que están al alcance de un click actuales, «tienen futuro, pero para ello necesitan de la resistencia de unos pocos».
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