Hay tres preocupaciones que impregnan el temario de Pedro Guerra: la violencia de género, la memoria histórica y la inmigración. A ellas se aferra un cancionero que explora todos los rincones de la palabra. No en vano, el tinerfeño es uno de los máximos exponentes de la canción de autor española, escena en la que se involucra con apenas dieciocho años para conquistar su primer Premio Ondas en el 94, al que seguirían un rosario de álbumes fundamentales: Golosinas, Tan cerca de mí, Ofrenda, Contaminados, Alma mía… Su notoriedad le llevó a poner su pluma al servicio de reconocidos artistas como Luis Eduardo Aute, Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat.
Trayectoria
Por su parte, Javier Ruibal recala en Ciutat con una trayectoria marcada por sus formas plurales, ingredientes con los que ha cocinado una obra elegante, sugerente y madura. En las canciones de este gaditano galardonado con el Premio Nacional de Música confluyen flamenco, música sefardí, jazz y rock, un colorido tapiz por el que se mueve como pez en el agua entre el verso y el sonido, evidenciando que la suya es la voz de la experiencia. Tablas no le faltan, lleva más de 35 años recorriendo todo tipo de escenarios y ampliando su identidad musical de espaldas a los intereses comerciales.
Neil Young, Tom Petty y su mentor espiritual, un tipo de New Jersey que quizá les suene, un tal Bruce Springsteen, cambiaron la forma de entender la música de nuestro último protagonista, un Jaime Anglada que maniobra ajeno a las modas musicales. Su hoja de ruta está clara,y discurre por un universo sonoro que unas veces mira al pasado con nostalgia, y otras otea el futuro con sensatez y esperanza. En esencia, la vida.
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