El vestuario de la obra se basa en las marionetas del propio Joan Miró. | Pere Bota

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Muchos tenían marcado en rojo el día de ayer en sus calendarios. No todas las noches se puede disfrutar de una obra de Robert Wilson tan cerca de casa. El Aljub de Es Baluard Museu d’Art Contemporani fue el lugar escogido para el gran estreno de Ubu, una pieza que durante casi una hora de duración se encarga de poner de manifiesto el absurdo y los sinsentidos de la guerra a través de una trabajadísima coreografía y una gran utilización del espacio. Fue, sin duda, otra velada grande para la cultura palmesana en la que se tendió un puente temporal que unió a Joan Miró, Alfred Jarry y Wilson.

Unas grandes letras proyectaban sobre la muralla del Passeig Sagrera –entrada que se utilizó para acceder al Aljub– con caracteres enormes el nombre de la obra y de su autor. Una imagen que recordaba a la de los grandes estrenos de cine y teatro de otras épocas, con las marquesinas iluminadas y los focos alumbrando al cielo. El público entraba poco a poco y ocupaba sus asientos. Entre los asistentes, un poco de todo: niños, ancianos, curiosos y políticos y personalidades del mundo de la cultura como Antoni Noguera, regidor de Cultura de Cort, Joan Punyet Miró, nieto del genio catalán, la artista Susy Gómez o el escritor Agustín Fernández Mallo, entre otros.

Todos ellos llenaron el Aljub que fue un escenario de lujo para una obra que contó con una iluminación trabajada y una genial puesta en escena. Mientras la gente se sentaba, los personajes aguardaban sobre el escenario, inmóviles. Finalmente, se apagaron las luces y se hizo, no el silencio, sino el sonido, ya que la obra de Wilson le da una importancia capital con un enorme trabajo sonoro, como explicaría tras la caída del telón Catalina Solivellas, directora general de Cultura, en el cóctel posterior: «Ubu es un reflejo de los sonidos bélicos y el absurdo de la guerra que esperemos que tenga ahora mucho recorrido».

Las repeticiones de frases son constantes durante la función, como los ecos de los bombardeos resonando en la frontera oriental de Europa, como muestra de que «Ubu sigue vivo», en palabras de Imma Prieto, directora de Es Baluard y autora de la idea original que comenzó a gestarse antes de la pandemia y que ahora florece como una crisálida en un mundo con más guerra que antes.

Tras la ovación final al reparto, formado por actores locales e internacionales, y al propio Robert Wilson, que se mostró muy satisfecho con el resultado final, llegó el momento de la celebración con un cóctel que tuvo lugar en la explanada de Es Baluard. El horror bélico había quedado encerrado en el Aljub, donde se representará de nuevo estos días hasta el 23 y que convierte a Palma en la capital mundial del arte escénico gracias a Ubu.