Paco Azorín, en el Teatre Principal de Palma. | Pere Bota

TW
0

Paco Azorín (Yecla, 1974), uno de los escenógrafos y directores de escena más reconocidos de nuestro país, lamenta que «dentro de unos siglos, los arqueólogos sabrán cómo éramos por cómo reinterpretamos las óperas, pues hay muy poco material de nuestra época». En este desafortunado panorama hay unas pocas excepciones y una de ellas es, precisamente, la obra que se estrenará el próximo viernes en el Teatre Principal de Palma: L’Arxiduc.

Esta ópera, la primera producida por el Govern, cuenta con música de Antoni Parera Fons, libreto de Carme Riera y la participación de la Orquestra Simfònica, el Cor del Teatre Principal y una decena de artistas sobre el escenario en un elenco liderado por María José Montiel. Azorín, que ya trabajó con Parera Fons en Con los pies en la luna y María Moliner, repite con el mallorquín, Premio Nacional de Música 2016.

Apenas una semana del gran día, Azorín asegura que «tenemos una ópera totalmente dibujada». «Es la semana más crucial, porque es cuando todo cuaja», reconoce el artista, quien admite sentir «un cosquilleo en el estómago, como quien ve nacer a un hijo». «Cuando Toni [Parera Fons] me habló del Arxiduc hace tres o cuatro años no lo conocía, pero me puse a investigarlo y descubrí a un tipo particular, de esos que ya no existen, un erudito, ¡hablaba dieciséis idiomas! Sabía de todo, era geólogo, botánico… El personaje me llamó poderosamente la atención y me interesó particularmente cómo Riera noveló el final de su vida, con un examen de conciencia de todo lo sucedido. Me pareció bonito porque se produce al final de una era, del antiguo régimen, antes de la Primera Guerra Mundial y de la caída del Imperio Austrohúngaro y, en definitiva, del cambio del orden mundial», cuenta Azorín.

Para armar la dramaturgia y la puesta en escena, el artista se ha basado en el libreto de Riera, quien ya se había encargado de «seleccionar» los elementos más importantes, con «un momento y unos personajes concretos». «Lo fundamental es que no hemos hecho una lectura hagiográfica del Arxiduc, no le tratamos como un santo, pues eso sería hacerle un flaco favor al personaje. En escena lo más importante siempre es aquello más poderoso del ser humano: los conflictos internos y los contrastes. Un personaje plano y santo no tiene nada que hacer ni que decir», subraya.

Controvertido

De hecho, continúa Azorín, el Arxiduc «era un personaje muy controvertido». «Políticamente pertenecía al antiguo régimen y al imperio austrohúngaro, pero también plantea una estructura vital muy novedosa para la época, con relaciones de poliamor con personas de ambos sexos. Sin embargo, según la propuesta de Riera, tenía serias dudas de su legado en lo político». «A mí me fascina la visión de sí mismo, de si hace lo mejor que puede de cara a la comunidad. Por ello, hemos ahondado mucho en los contrastes y en las contradicciones para presentar a un personaje hermosamente contradictorio», aclara.

«Para trasponerlo a la actualidad, el Arxiduc seguramente es uno de los responsables máximos de que hoy Mallorca sea devorada por el turismo», prosigue Azorín, quien añade: «Die Balearen hace una loa al paisaje, al clima y a sus gentes; un auténtico efecto llamada al mundo antes de que se conociera Mallorca como paraíso mediterráneo. A lo mejor no fue tan bueno para Baleares ese llamamiento», concluye.