Así es como nació Lluna, con un kiosco de 30 metros cuadrados. «Era el típico kiosco, con prensa, objetos de regalo, tabaco, chucherías y material escolar. Al cabo de poco ya pedimos libros a Rotger [la distribuidora] y, al año siguiente, ya teníamos, además de las lecturas obligatorias de las escuelas, las novedades que se iban publicando», cuenta Barceló. A partir de ahí fue cuando la gente nos empezó a conocer. Fuimos eliminando poco a poco los objetos de regalo, el tabaco y las chucherías, las cosas que no iban tanto con nosotras, y fuimos introduciendo lo que más nos apetecía. Todo esto desde cero: a medida que íbamos ganando un poco de dinero, íbamos invirtiendo», añaden.
En este kiosco estuvieron una década, hasta que se les quedó pequeño. «Justo al lado había una ferretería que se traspasaba y decidimos mudarnos allí, mientras manteníamos el otro local como almacén», razonan. Lo que tenían claro es que no se querían mover del barrio de Camp Redó, una idea que nunca les pasó por la cabeza y ahora todavía menos. «Irnos sería cambiar la clientela y la verdad es que estamos encantadas aquí», subrayan.
Actividades
Pero la ambición de las dos socias siguió creciendo y la ferretería volvió a quedarse pequeña para llevar a cabo su ilusión: celebrar actividades. Así fue como pasaron a General Riera 69, un local en el que estuvieron otros diez años, hasta hace un lustro, cuando se trasladaron al espacio actual, de 190 metros cuadrados, en el número 39B. Allí empezaron a organizar gran variedad de eventos, como presentaciones de libros, talleres y clubs de lectura. Por allí desfilaron –y todavía lo hacen– Mar Rayó, Maria Victòria Secall y Àngels Cardona –que forman el tándem poético Kinesdues–, Josep M. Vidal Illanes –que se encarga del taller de escritura– o Rosa Bonnín, que lleva diez años dirigiendo el club de lectura.
Todos ellos «y muchos más», insisten, ya forman parte de la librería, «son parte de su alma».
La filosofía sigue siendo la misma: una librería general, «no especializada en ningún género, pero con un fondo muy cuidado». «Dedicamos especial atención al rincón infantil, con libros que no caigan en estereotipos. Lo que más funciona es la novela para adultos, en catalán o castellano, aunque cada vez hay más interés por el ensayo o los libros de montaña», puntualizan Barceló y Torrens, orgullosas del creciente «capital humano» que constituye Lluna. Mientras, la lista de amistades y experiencias va creciendo hasta hoy y lo hará, seguro, muchos años más.
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