El ilustrador y diseñador Sergi Casasnovas en Palma. Foto: Teresa Ayuga | Teresa Ayuga

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Al final de Blade Runner, la exitosa cinta de Ridley Scott, el replicante más famoso de la historia, Roy Batty, decía sus últimas palabras tras un discurso en el que hablaba de recuerdos imposibles para los humanos, como ‘naves de ataque ardiendo más allá de Orión' y ‘rayos-C brillando en la Puerta de Tannhäuser'. Y a pesar de su imposibilidad, todos nos sentíamos identificados por la melancolía de sus palabras y por ser ‘recuerdos que se perderán como lágrimas en la lluvia'. La obra de Space Rocket (@spacerocket_art), alias de Sergi Casasnovas, son esos recuerdos plasmados en collages imposibles, memorias de un futuro o un pasado inexistentes y, al mismo tiempo, extrañamente familiar.

Para Casasnovas, que es diseñador gráfico, su inspiración primaria llega de la música: «Pink Floyd, Jimi Hendrix, la música de los 70». Son ellos los que, al escucharles, «hacen que me vengan imágenes y me pongo a crear». Sin embargo, no es esa su única fuente de referencias: «Me he criado en el campo y tenía mucha libertad. También estaba con animales todo el rato y me pasaba la mayoría del tiempo dibujando. Recuerdo estar en medio del campo de trigo y mirar al cielo. Es algo que siempre me ha llamado mucho la atención, como la vida en otros planetas», rememora Casasnovas.

Una de las imágenes imposibles y melancólicas creadas por Space Rocket.

Probablemente estas dos vertientes sirven para explicar el carácter psicodélico y fantástico de sus creaciones, las cuales vende tanto online como ocasionalmente en mercadillos como el Rata Market, el cual «me ha dado mucha visibilidad y lo agradezco».

Así, gracias a Instagram y su empeño constante, Casasnovas ha logrado clientes de todo el mundo para varios proyectos. «Me piden muchas portadas de discos o incluso compraron un diseño mío para una marca de cervezas de Canadá», detalla el mallorquín quien asegura que sus obras han llegado hasta «Australia, que creo que es el sitio más recóndito».

En cualquier caso, para Casasnovas su tema primordial es «el propio ser humano, su psicología y lo más profundo del mismo. Me gusta ponerme yo en situación, qué pasaría si estuviera yo en ese lugar que estoy creando y, en el fondo, es como si fuera la curiosidad hecha imagen», indica Casasnovas. Sobre su proceso creativo, el diseñador habla de automatismos y casi de una producción inconsciente.

Los espacios abiertos y los animales son una constante en su trabajo.

Es cierto que hay temáticas constantes, como él mismo señala, al hablar de «los animales», algo que relaciona inmediatamente con su infancia, lo mismo ocurre con «el mar, que es una de mis cosas favoritas en todo el mundo», pero en el fondo «me sale porque me lo pide el cuerpo y yo no soy consciente de hacia dónde me llevan mis manos. Creo que mis pensamientos y sentimientos se escapan de mí a través de mis dibujos y una vez exteriorizado soy capaz de entenderlos», razona Casasnovas.

Caos normalizado

Por último, el mallorquín también hace hincapié en una circunstancia común en la mayoría de sus obras: «Es como un caos aceptado, como un surrealismo normalizado. Y, además, siempre tienden a estar mirando alguna cosa misteriosa y lejana que no saben qué es, pero que está ahí», y la aceptan, casi sin juzgarla, «de la misma manera que dejo muchos espacios abiertos porque es una forma de representar mi espíritu libre, sin juzgar a nadie y que solo pretende dejar que todo el mundo vuele de forma independiente», del mismo modo que su imaginación hace lo propio para crear estos «mensajes en una botella que flotan a través del tiempo».