A la izquierda, el director del documental, Ricard Peitx, acompañado de Salvador López, conocido como Dorinico. | Jaume Morey

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«La música es algo mágico, invisible como el viento o como el perfume de una flor y ha de llegarte así». Solo alguien que ha vivido la música de la manera que la vive Dorinico puede hablar de ella en estos términos. Es una descripción pasional y llena del sentimiento de quien no solo se ha empapado del húmedo aire del Mediterráneo, sino también del sonoro son de La Habana y sus ritmos caribeños. Esta unión de universos, unidos desde hace décadas, es lo que transmite Dorinico, el documental de Ricard Peitx sobre la vida y la música de Salvador López, un andritxol de alma cubana, un latino de temple mallorquín. La cinta, que se estrena en el Festival de Málaga, cuenta con la producción de Nova Producciones y acaba de empezar su periplo por los festivales de cine y antes o después se verá en la Isla.

El propio Dorinico, quien firma como coguionista del filme, es quien señala que «la idea era hacer un pequeño documental de las canciones, pero al llegar a Cuba la pelota se hizo muy grande», confiesa. En este sentido, Peitx, el director, amplía que «la sorpresa fue al llegar a Cuba y ver el recibimiento que tuvimos, la manera en que los artistas hablaban de él y se ponían a sus pies, enamorados de sus letras. Valía la pena». Así pues, la cinta tiene dos ejes principales, Mallorca y Cuba, en la que el tratamiento es narrar parte de la vida de Dorinico en la Isla desde la recreación, como su infancia en la que su abuelo, uno de tantos mallorquines que se fueron «a hacer las Américas», volvieron impregnados del arte cubano y le cantaba canciones mientras recogían almendras, hasta la formación musical y académica –Dorinico también es psicólogo y escritor–. Y, al margen, el presente de su presencia en Cuba, lugar en el que se le venera y donde es un artista más, tocando con músicos de la talla de Cucurucho Valdés, El Septeto Santiaguero, Tania Pantoja o Mayra Caridad Valdés, entre otros.

Cartel del documental ‘Dorinico''.

Raíces

El centro de todo, no obstante, es la música. «Hay 27 temas que he compuesto yo mismo», avanza Dorinico, en los que «se fusionan mis raíces mediterráneas con la música caribeña, el son, la rumba, el bolero, el flamenco y algo de jazza». «La música no tiene fronteras», como destaca Peitx, sino que «se hace amiga de otra música en la armonía y el respeto», indica Dorinico. Como el mismo artista comenta,«la música es un transmisor espiritual de emociones, al menos para mí», por lo que no es de extrañar lo intenso que fue «ver a otro artista hacerla suya mi obra, transmitirle su biografía exprimiéndola, tocando y cantando como lo hace. Es impresionante». Asimismo, la cinta también es un homenaje a «todos aquellos mallorquines que dejaron su tierra y amanecieron en otro mundo», como su propio abuelo, que fue de aquellos que en ese sacrificio volvió para enriquecer no solo la tierra isleña que le vio nacer, sino la mente y el alma del propio Dorinico a través del arte.

Desde lo imprevisible que es grabar en Cuba, donde «pones la cámara y puede pasar cualquier cosa», hasta el control de la producción en la Isla para narrar el pasado de Dorinico, el documental que se presentará en Málaga junto al cortometraje Los nudos, basado en un relato del propio Dorinico, es «un sueño cumplido». O, de hecho, son dos. Por un lado, el de «poder cantarle al público de allí, algo que es un sueño desde que siendo un niño me contaba sus historias de Cuba», confiesa Dorinico. Y, por otro, para Peitx, «el sueño es haber podido hacer este documental y todo lo que me ha traído». No en vano el subtítulo de la película es ‘Cómo conseguir un sueño'.