«Lo escribí pensando en mi hija, no en publicarlo, pero después del coloquio me animaron a hacerlo y así lo hice. También le pedí permiso a ella. Sin embargo, si no me hubieran insistido, probablemente este libro no existiría. Pasa a menudo: hasta que alguien no te dice algo, tú crees que lo que has escrito no vale la pena», asegura a Ultima Hora la escritora que, treinta y siete años después de la escritura de lo que es su libro más íntimo y personal, vuelve a estar en las librerías bajo el sello de Edicions 62. Un nuevo volumen que cuenta con un prólogo de Riera y un epílogo de Anna Punsoda. Firmará ejemplares de esta reedición el domingo 28 de mayo, a las 19.00 horas, en el estand de Embat en la Fira del Llibre de Palma.
Referentes
En el diario, Riera achaca la falta de obras que trataban sobre el embarazo a que un hecho tan extraordinario como dar a luz había sido considerado «el más ordinario de la vida femenina», pues «nuestra misión no consistía en otra cosa que en la reproducción».
Es algo que, casi cuarenta años después, ha cambiado radicalmente y, de hecho, podría decirse que se ha invertido por completo, pues precisamente se ha puesto de moda hablar de cuestiones como la maternidad, la gestación o, por su parte, la voluntad de no tener hijos. Según la escritora y académica de la Real Academia Española (RAE), «es una moda que está aquí para quedarse». «Son reflexiones sobre aspectos que ya no se irán, al menos no en el mundo occidental o en países muy cercanos al nuestro, como Afganistán o Argelia. No creo que en estos sitios las mujeres puedan hablar como sujetos», añade.
¿En qué momento, pues, se produce ese cambio tan drástico? Para Riera, eso tiene que ver más con el cambio de percepción en las mujeres, «con el hecho de que nos reconozcamos a nosotras mismas como sujetos y no como objetos, como antes sucedía, cuando no podíamos crear, sino solamente procrear. Se nos consideraban meros recipientes, como un cesto; algo que cambió no hace tanto».
Asimismo, la escritora recalca en la introducción de esta nueva edición que se ha hablado mucho, desde Freud, de la envidia femenina del pene, pero no la de los hombres por gestar y parir. Esa «envidia no reconocida» es la que ha provocado, según la autora, que el patriarcado haya intentado controlar desde tiempos inmemoriales lo que supone gestar y parir, limitando a la mujer a los papeles de esposa y madre.
Por otra parte, como también destaca Punsoda en el epílogo, los libros que había en esa época pecaban de tener un «tono paternalista» y engreído. «A menudo el embarazo era considerado algo normal y corriente y, por tanto, no se le daba más importancia. Por eso había y todavía hay muchas guías que te lo pintan como si todo fuera de color de rosa, mágico, agradable y nada más. Me interesaba saber cómo lo vivieron las otras mujeres, encontrar referentes e interpretar la evolución del cuerpo femenino, que yo misma vivía en mis carnes. Este es un texto claramente optimista, pero no endulzado, el azúcar me gusta dentro del café con leche, no dentro de un texto», agrega.
En este sentido, Temps d'una espera se puede leer como una reivindicación de esa «maravillosa y extraordinaria facultad que tenemos las mujeres de ser madres, de dar a luz. Tanto las que deciden no hacerlo como las que sí, porque evidentemente se puede escoger, pero es algo que todas tenemos». En él, Riera también comparte reflexiones sobre cómo se ha maltratado la experiencia de la maternidad a lo largo de la historia y también cómo le afecta en su día a día como profesora en la universidad.
Ser madre
Es en este contexto cuando un compañero le da el pésame por estar embarazada, como si se tratara de una enfermedad y también como si dejara de ser ella durante la gestación. En esta línea, Riera admite que «hay una especie de lucha entre tú y la criatura absolutamente dependiente durante los primeros años, que te necesitará siempre pero cada vez menos y que incluso, cuando se vayan de casa, te puede provocar el síndrome del nido vacío. Y es así, yo misma lo sufrí. Hay que intentar compaginar el hecho de ser tú y ser madre, pues no te puede absorber completamente. Eres una persona y tienes que poner límites a esa cuestión, aunque está claro que es muy complicado ese equilibrio», confiesa. Respecto a si ser madre puede llegar a definir una persona, Riera reconoce que, además de madre, «soy un conjunto de muchas cosas, también escritora, profesora, por ejemplo», explica.
En cuanto al caso de Ana Obregón y la gestación subrogada, Riera señala que «los vientres de alquiler pueden solucionar algunos problemas, siempre y cuando la persona gestante quiera hacerlo. El problema es que muchas veces esa persona acepta llevarlo a cabo a cambio de dinero porque no tiene otra manera de sobrevivir y eso es terrible. Sin embargo, si se hace de una forma gratuita, cercana y amable sí creo que es maravilloso. De hecho, conozco un caso».
Una lógica similar es la de la prostitución: «Cuando voy por la calle Montera de Madrid veo a muchas mujeres que vienen de América engañadas, pero luego está la prostitución de lujo. Conozco a una chica de mi barrio que estudia y lo hace porque quiere, para sus gastos e intereses».
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