El pianista Magí Garcías, en Palma. | Jaume Morey

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En 2007, Antònia Font lanzó Coser i cantar (Blau) un disco en el que el grupo recopilaba sus mejores éxitos interpretadas con una orquesta sinfónica, la de Bratislava. El compositor y violonchelista Miquel Àngel Aguiló se encargó de los arreglos. En ese momento, el pianista Magí Garcías tenía 15 años.
«Recuerdo que no me gustó porque no respondía al canon de la música sinfónica.

Sin embargo, con el tiempo, entendí que el hecho de que no fuera tan canónico, que sonara incluso como naíf o como un juguete, era lo que precisamente pedían las canciones de Antònia Font. Miquel Àngel quiso ir más allá, no hizo lo típico o lo que se esperaba y eso es signo de una persona creativa», cuenta Garcías, que ahora trabaja por primera vez junto a Aguiló con su proyecto Vol_Art 4, que se estrenará el 1 de julio en el Castell de Bellver.

Compromiso

Como en las anteriores entregas de Vol_Art, Aguiló construye un espectáculo musical, pero que va más allá de la música, y que abraza la espiritualidad y el misticismo, haciendo del arte un medio para el compromiso social, especialmente a favor del medio ambiente o en contra, como es el caso, de la guerra.

De esta manera, en esta nueva edición, Garcías interpretará Concert per la pau, una obra en formato de concierto para piano solista y orquesta que, como el propio título sugiere, «tiene connotaciones humanitarias», centrado en la guerra de Ucrania.

Así las cosas, Garcías se muestra «motivado» por formar parte de una iniciatvia que «va más allá de la música y tiene consideraciones mayores». «La música de Miquel Àngel tiene una particularidad: una fuerte vinculación con el lenguaje cinematográfico. A pesar de ser contemporánea, es muy audible y directa, conecta muy bien con el público general. Este es un concierto difícil, pero que no pretende ser ostentoso, con influencias incluso minimalistas», detalla.

En este sentido, sobre si hablar de ‘música clásica’ puede generar recelo por resultar elitista, Garcías afirma que si bien es cierto que la «etiqueta» puede resultar perjudicial, no lo es cuando se aplica a otros lenguajes, como es el cine. «La etiqueta de cine clásico no hace tanto daño, una película clásica no hace tanta pereza. La serie Friends es un clásico y no da tanto miedo».

«En música, es una connotación ambigua, pero es que el clasicismo es un periodo muy concreto de la historia de la música y también incluye el romanticismo, por ejemplo. Así que ya partimos de un error con este etiquetaje críptico y elitista que, sin duda, beneficia a algunos sectores privilegiados, porque genera estatus», declara.

De nuevo, pues, en un mundo acelerado, Aguiló pretende «abrir una puerta directa a la espiritualidad» a través de la música, que «es una manera de misticismo que todavía conserva la pureza».

Para Garcías, el mundo sí que está acelerado, «pero cada vez conozco a más gente que busca esa pausa, sea en la forma que sea; persigue esa conexión espiritual. «Hoy en día hay muchas maneras de conseguirlo y cada uno lo hace a su manera. Él lo intenta otorgando un marcado carácter de ritual, creando una atmósfera, con un diseño de iluminación muy trabajado, también con la vestimenta y la puesta en escena», razona.

El apunte

‘A ritme de Son Gotleu’, la música con compromiso social y educativo

Este sábado, a las 19.00 en Sa Nostra, Magí Garcías ofrecerá un recital a beneficio del proyecto A ritme de Son Gotleu, coordinado por la pedagoga Cristina Llabrés y Llorenç Coll, del Ajuntament de Palma, en el que ha participado en algunas sesiones. «Creo que hay un déficit de consciencia de gremio y de oficio. Las nuevas generaciones, sea por el motivo que sea, cuando estudian música no se lo toman con el mismo compromiso ni rigor que si estudiaran, por ejemplo, para ser médicos.