«Estoy flipando, es que me encanta», destaca Sergio Baos mientras hojea, por primera vez, la adaptación de su obraLes maleïdes al lenguaje del cómic. La encargada de dicha tarea es la dibujante Flavia Gargiulo, quien aceptó el reto propuesto entre el Clúster de Cómic de Mallorca y elTeatre Principal para llevar a cabo un trasvase de las tablas del escenario a las viñetas y las páginas de la novela gráfica. El resultado, publicado y editado por Dolmenen castellano y catalán, se presenta este miércoles, 5 de julio, en el propio Principal, y sus autores no pueden estar más satisfechos con él.
«Mi mayor bloqueo fue arrancar, encontrar el tono», comenta Baos sobre su texto y coincide la dibujante: «Fue duro porque tenía algo y tenía que perderle el respeto para romperlo y hacerlo mío», responde. Al estar las dos obras en proceso de creación, una por su puesta en escena y la otra por su adaptación, es una manera de aunar dos lenguajes creativos diferentes y exigentes de manera distinta.
Por ello, Gargiulo comenta tener sentimientos encontrados sobre si Baos debería haber estado más presente o no en el proceso. «En los momentos de pánico, de no saber por dónde ir, hubiera estado bien tenerle», comenta entre risas, aunque al dar Baos «total libertad» a la dibujante, ella buscó apoyo en «gente curtida del cómic» y una visión más pura de su medio emergió, que es precisamente el objetivo del proyecto: llevar elteatro a la viñeta manteniendo la esencia.
El propio Baos explica que «si aceptas el juego de la adaptación de una obra tuya tienes que hacerlo con todas sus consecuencias y si no te gusta, te aguantas». Aunque, en su caso, partía con una ligera ventaja: «Ya conocía el estilo de Flavia y me gustaba, por lo que sabía hacia dónde iría en sentido formal».
Por su parte, Gargiulo acudió a una de las primeras lecturas de los ensayos, lo que le ayudó a fijar algunas ideas, y luego, con mucho trabajo adelantado, vio la obra como espectadora, lo que le sirvió para «ver que no iba muy desencaminada», ya que por mucho que ella fuera dueña de su parte del trabajo, «con tanta libertad te la puedes cargar».
En cualquier caso, el inicio ya fue bueno, ya que «la entendí desde el primer momento», confirma Gargiulo, y la experiencia ha sido buenísima para ella: «He disfrutado muchísimo y me lo he pasado bomba». Coincide con ella Baos, a quien le parece «increíble que vaya a haber un cómic de una obra mía».
En cuanto al aspecto formal, los dos lenguajes no dejan de ser muy diferentes, por lo que los tiempos, el tratamiento del color en la viñeta, la forma de introducir a personajes, la cámara imaginaria desde la que se lee o el uso del espacio en teatro, incluso la ruptura de la cuarta pared, han sido retos en la conversión de las tablas en páginas. Incluso en cosas que algunos no habían ni pensado, ya que Gargiuo trabaja «los tiempos de lectura» que su público dedica a cada sesión de consumo mientras que Baos «jamás» había pensado en algo así porque «yo escribo, la obra dura lo que dura, y el espectador decide irse o no».
Fue difícil arrancar, sí, pero el resultado final es una excusa perfecta para ir al teatro y a la librería por la misma razón: disfrutar de la creatividad de autores isleños independientemente del formato y el medio.
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