A la izquierda, el reconocido tenor italiano Francesco Demuro y a la derecha la soprano norteamericana Nadine Sierra, en plena actuación. | Pilar Pellicer

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La música, la buena, no necesita de artificios exuberantes ni de estrafalarios decorados. Sin embargo, es innegable que todos los elementos que envuelven un concierto contribuyen a construir una atmósfera que hará disfrutar todavía más al público. Y lo saben sobre todo los que han acudido a alguna de las citas del Festival Cap Rocat.

No en vano, el lujoso hotel del mismo nombre está situado en una antigua fortaleza militar que custodia la bahía de Palma entre imponentes acantilados. Quien penetre en esta construcción con aires de palacio mediterráneo ideada por Antonio Obrador es consciente del privilegio que supone encontrarse ahí. No es de extrañar, pues, que los que conozcan el Festival y hayan acudido a alguna de sus veladas, coincidan en destacar su carácter mágico.

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La de esta noche lo ha sido más si cabe, pues la gala operística fue el adiós a su tercera edición, de nuevo fruto de un trabajo colaborativo entre el propio Obrador, Ilias Tzempetonidi como director artístico y Pablo Mielgo como director musical; además del apoyo de la Fundación Madina Mayurqa y la Fundació Mallorca Turisme. Entre los asistentes de esta última cita figuraban el tenor Bejamin Appl y el guitarrista Milos Karadaglic, así como la presidenta del Govern, Marga Prohens.

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Pocas horas antes del inicio de la gala se anunció un cambio de última hora: Pretty Yende, la soprano sudafricana que actuó en la ceremonia de coronación de Carlos III de Inglaterra, no podría cantar en este fin de fiesta lírico debido al fallecimiento de su madre. Sin embargo, le sustituiría el reconocido tenor italiano Francesco Demuro y, de hecho, el recuerdo a Yende y especialmente a su madre estuvo presente durante toda la velada.

Demuro ha actuado, como ya estaba previsto, junto a otra de las grandes voces femeninas del momento: la soprano norteamericana Nadine Sierra. Los cantantes han ofrecido una actuación impecable acompañados por la Orquestra Simfònica, bajo la batuta de su maestro, Pablo Mielgo.

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La apertura de la ópera bufa Las bodas de Fígaro, de Mozart, ha sido la perfecta carta de presentación de la velada que acababa de empezar. Le han seguido piezas de las óperas Don Pasquale, Lucia di Lammermoor y Elisir d’amore, todas ellas de Donzietti; Romeo et Juliette, de Gounod y otras dos composiciones de Verdi que pertenecen a las siempre celebradas Rigoletto y La traviata, que han protagonizado la primera parte de la gala.

Tras una pausa, han llegado piezas más contemporáneas que cantan al amor: O sole Mío, de Eduardo di Capua; la romántica Bésame mucho’ de Consuelo Velázquez o West Side Story, de Bernstein. Estos éxitos bailables han maridado con otros igual de intemporales, como Me llaman la primorosa, de El Barbero de Sevilla’(Gerónimo Giménez); la apertura de Las alegres comadres de Windsor, de Otto Nicolai, que ha servido para descorchar esta segunda parte del programa; La viuda alegre’ de Léhar y Alfredo y Violetta, de Verdi.

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La famosísima y emotiva aria Nessun Dorma, de Turandot (Puccini), interpretada por Demuro, ha dejado al público el mejor sabor de boca posible y ha lanzado un potente y siempre vigente mensaje: la victoria del amor sobre el odio.