Para Alfonso Morillas no hay «nada que no se pueda tratar desde el humor». Se considera un firme defensor de un género que se halla algo denostado, en su opinión, y es por ello que es su hilo conductor en muchos de sus proyectos, que no son pocos. Y es que el doctor en neurociencia es también escritor, dramaturgo, fue músico (o como él lo describe cómicamente: «cantauor peñazo») y, además, director de cine. Bueno, en eso está, pero no empieza mal, ya que su primer cortometraje, Otra historia de fantasmas, ha arrancado con buen pie y ya ha pasado por el prestigioso Festival de Cine de Comedia de Tarazona y el Moncayo y pronto llegará alEvolution Mallorca International Film Festival.
El filme es uno de los dos proyectos de final de curso que produjo el CEF el año anterior y que se rodó en el Café A Tres Bandas con Rodo Gener y Laura Andújar como los protagonistas de una historia en la que, a través de una ouija, ambos contactarán con seres fantasmagóricos no necesariamente espirituales. El propio Morillas lo detalla: «Mi idea era jugar con los significados de la palabra ‘fantasma', desde el típico en el que la gente piensa hasta otros menos comunes para abordar, poco a poco, las relaciones de pareja, el fantasma de la monotonía, los miedos, etcétera».
Acción
Así pues, a través de un inicio de marcado tono cómico, la acción se desliza a un aspecto dramático y en el que Morillas introdue conceptos psicológicos, como el del «miembro fantasma», es decir, continuar sintiendo dolor tras una amputación, pero trasladado en forma de metáfora sobre una relación que se ha terminado, pero sigue muy presente.
«Quería combinar y pasar de la comedia al drama de manera sutil y que la gente, en mitad del corto, se pregunte en qué momento se pasa del humor a dos personas discutiendo fuertemente y, además, a partir de una tontería». Mérito de ello lo tiene, en parte, la escritura del propio Morillas, muy interesado en lograr «un equilibrio al estilo de El apartamento», mítica cinta de Billy Wilder; en parte el equipo con el que ha rodado, «sin el que no hubiera salido nada»; y también la pareja actoral, que «son la clave y fue una gozada. Suben el nivel varios escalones», comenta el director.
Y si el corto tiene un aspecto algo teatral es por razones obvias, ya que Morillas es un asiduo al Teatre de Barra, donde ha presentado seis proyectos de los cuales le han elegido cinco. De hecho, el único que no fue seleccionado era la protoversión de lo que ahora es este cortometraje. «Sabía que era el mejor texto que había escrito y tenía mucha fe en él», rememora ahora el director que decidió entonces presentarlo como propuesta de guion para el CEF y, tras su selección, lo adaptó al lenguaje cinematográfico, tarea que describe como «muy divertida». El resultado no puede ser más de su agrado, como él mismo destaca: «Hubiera firmado con sangre que saliera como ha salido».
Ahora, tras el paso por Tarazona y el Moncayo, el corto enfila la temporada de festivales, con el Evolution en el horizonte (del 18 al 24 de octubre), pero Morillas no está falto de proyectos. Para empezar, acaba de publicar una novela con Calambur bajo el título de El azar es un cuento chino, sobre un hombre quetras ganar un sueldo para toda la vida se convence de que los responsables de ese mismo sueldo quieren matarlo para ahorrarse el pagarle. Por otro lado, a finales de septiembre estará, una vez más, en el Teatre de Barra, esa cantera de talento de la cual han salido varios artistas consagrados. Los fantasmas que rodean a Morillas parecen más bien musas.
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