Hacía tiempo que la compañía Estudi Zero buscaba material poético para subir a escena. Lo reconoce Pere M. Mestre, que ahora dirige El gran manicomi, una coproducción con el Teatre Principal de Palma basada en la obra de Antonina Canyelles. Tras el preestreno el pasado sábado en el Principal de Inca, se estrenará oficialmente en Ciutat este viernes y sábado.
El título, tal y como apunta Mestre, es «un potente verso de uno de sus primeros poemarios, tan brillante que todo ha salido a partir de ahí». Y es que, para Mestre, «la poesía de Antonina es tan sugerente y teatral que lo difícil es dejar fuera algunos poemas, son una mina y disparan la imaginación». «Al leer sus versos me vienen a la cabeza miles de escenas y ambientes», cuenta, algo que le ha servido para estructurar el montaje a través de 13 bloques que, más que temáticos, responden a «diferentes ambientes».
La pieza no tiene argumento, avisa el director, pero sí que sigue una línea clara que tiene como base central el juego, algo que también caracteriza a Antonina Canyelles. Así, siete actores y dos músicos, Zoriana Ivaniv y Oleh Zahiney -la música siempre ha sido muy importante para la autora- interpretan a variedad de personajes, que van desde animales, trabajadores de unos grandes almacenes, antiguas familias mallorquinas, párrocos, cristos y hasta santos.
«El texto tiene mucho sentido y una gran fuerza. De hecho, absolutamente cada palabra que decimos no es nuestra, sino que es de Antonina. Hemos respetado muchísimo su trabajo y, de hecho, lo hemos consultado con ella que, muy generosa por su parte, incluso nos ha dado indicaciones sobre cómo decirlas. Por ejemplo: 'Aquí tendríais que decirlo más enfadados, porque yo lo estaba mucho cuando lo escribí'», señalan Pepa Ramóny Lourdes Erroz, que forman parte del elenco junto a Xim Vidal, Laura Dalmau, Joseda Ropero, Maria Rosselló.
«La poesía es muy minoritaria y no sé muy bien por qué porque su obra es tan contemporánea, tan impresionante», señala Ramón, a lo que Erroz añade: «Pero su poesía es muy diferente a la que estamos acostumbrados, es orgullosamente gamberra».
Por su parte, Canyelles asegura que está «encantada» con el resultado. «La escenografía es muy buena y los poemas, que también están muy bien elegidos, están muy bien ligados, lo cual era dificilísimo porque no se trata de un cuento o de una narración». El título era lo único que no convencía a la poeta, pero lo ha acabado aceptando porque la vida, al fin y al cabo, es en realidad un gran manicomio.
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