En la gala de clausura del Evolution Mallorca International Film Festival se le puede ver como Nansen en La contadora de películas. ¿Qué tiene de fascinante este personaje?
Al principio no sabía qué pensar de él. En general, siempre me resulta emocionante interpretar a personajes contradictorios. Nansen es un tipo oportunista que ha dejado que su vida se guíe por su carrera. Ha perdido un poco sus valores que los tiene en el fondo y no se siente a gusto en su propia piel. Luego está perdidamente enamorado de una mujer que no puede tener, y luego se enamora de su hija, yo pienso para tener una parte de la madre que nunca lo quiso. Aparte del personaje, la historia es una oda al cine. Me interesó totalmente esta combinación. Curiosamente, ya había leído la novela de Letelier en algún momento anterior. Me trasladó en un mundo que desconocía completamente, el mundo de una comunidad de mineros trabajando en Chile en los años sesenta, sufriendo una vida durísima donde lo único que les consuele es el cine.
Un crítico de cine escribió que Good Bye, Lenin! y Malditos Bastardos son los hitos de su carrera. ¿Usted también lo ve así?
Hito es una palabra muy grande. Pero cuando pienso en el pasado, siempre veo cuáles fueron los proyectos que me dieron continuidad, por así decirlo. Tuve mucha suerte al principio con dos películas de estudiantes, El sonido blanco y No Regrets. Ambas llegaron a festivales importantes y me valieron mi primer premio de cine alemán. Al director Wolfgang Becker le gustó mucho El sonido blanco, así que me dieron Good Bye, Lenin!. Luego hice Los educadores con el director de White Noise, que compitió en Cannes. Quentin Tarrentino estaba en el jurado, le gustó la película y también Good Bye, Lenin!, así que me ofreció Malditos bastardos. A Ron Howard, por su parte, le gustó mucho Malditos bastardos. Rodé Rush con él, que es una película muy importante para mí porque ahora voy a volver a rodar con él. Es toda una cadena.
¿Qué significa para usted personalmente su primer gran éxito Good Bye, Lenin!?
Esta película es absolutamente un momento culminante en mi vida. Mi vida cambió por completo gracias a ella. De repente me reconocieron por la calle y tuve que firmar botes de pepinillos. Pensé: ¿Qué está pasando? Fue un éxito de locos, en realidad era una película muy artística, pero tuvo más de seis millones de espectadores. Eso jamás ocurrió después.
Muchas de sus películas están inmersas en la historia: la Primera Guerra Mundial, la Segunda, la dictadura franquista. ¿Le atrae especialmente la historia?
Totalmente. Además, a través de la historia llegas a saber quién eres y comprendes mejor el ahora. Y como estamos viendo, por desgracia la historia se repite una y otra vez, incluso los capítulos terribles. Para mí siempre ha sido interesante ahondar en la historia y aprender algo. Es uno de los aspectos más atractivos de mi trabajo, porque te permite sumergirte tan intensamente. A veces me da un subidón total.
¿En qué sentido?
Cuando rodé la serie El alienista, a veces se me ponía la piel de gallina. Eso ocurre a menudo durante las tomas largas, cuando el equipo y la cámara no son visibles y realmente piensas durante dos segundos que estamos -en este caso- en 1892 en Nueva York. A menudo también se plantea la cuestión de hasta dónde se puede jugar con la historia. Había ese golpe de genio de Tarantino en Malditos bastardos, reinventar la historia y matar a Hitler en el cine. Y es fantástico cuando te invitan a una aventura así. Las diferentes formas de abordar la historia en el cine son fascinantes.
En la película Sin novedad en el frente no solo fue actor, sino también coproductor. ¿Por qué?
Soy productor de Amusement Park Film desde hace seis o siete años. Hace años se lo dije a la maravillosa directora de cásting Simone Bär, que desgraciadamente falleció demasiado pronto: «Cuando sea un actor mayor, no quiero quedarme sentado esperando a que suene el teléfono. Quiero dirigir, coproducir, abordar cosas de forma proactiva» Enseguida me dijo: «Te presento a Malte Grunert (director general de Amusement Park Film). Ya había trabajado con él como actor en El hombre más buscado. En la empresa pude debutar. Produjimos una película de Julie Delpy y otros filmes 'menores' y un día llegó una llamada de Malte, que me dijo: «Tengo un guion en inglés de Sin novedad en el frente. Pero tenemos que hacerla en alemán por primera vez en la historia». Estaba conduciendo en este momento e inmediatamente acepté.
En la rueda de prensa dijo que disfrutaba de las excursiones por Mallorca y que podría imaginarse rodando una película aquí. ¿Está buscando localizaciones durante esas excursiones?
Sí, desde luego. Y tengo uno o dos lugares que no voy a nombrar, por supuesto, que me encantaría que aparecieran en la película. Eso es lo bueno de Mallorca: hay tantos rincones por descubrir que son fascinantes.
Usted rueda en alemán, español, inglés, también en francés y una vez dijo que todo empieza con la voz. ¿Importa en qué idioma se interpreta?
Sí, absolutamente. Cambia enormemente la actitud y refleja lo que mueve a una persona y quién es. Acabo de interpretar a Karl Lagerfeld en la serie Kaiser Karl. No habría estado bien hacerlo en inglés o en alemán. Por eso tuve que hablar, incluso con la velocidad, en el burdo francés que hablaba este hombre tan culto. No podía ser en alemán porque Karl era más francés que alemán. Amaba la cultura francesa. París era su ciudad y Francia su país. Y creo que Karl también lo vería así (risas).
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