La obra póstuma e inédita de Maria-Antònia Oliver (1946-2022) es, esencialmente, un libro de amor. Así lo destaca Àlex Martín, experto en novela negra –género en el que la autora despuntó, creando la primera detective mujer de la literatura catalana, la mítica Lònia Guiu–, que hoy presenta Paraules al sol (La Magrana), en Embat, Palma. El acto, que se celebrará a las 19.00 horas, contará con las intervenciones de la hermana de la autora, Margalida Oliver, y su sobrina, Margalida Llull, albacea.
La autora de Manacor, reconocida con numerosas distinciones a lo largo de su carrera –Premi de Literatura de la Generalitat, Premi Ciutat de Palma y Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, entre muchos otros–, escribió Paraules al sol en 1968, cuando ella yJaume Fuster –su compañero hasta que este murió, a los 52 años, víctima de un cáncer en 1998– se vieron forzados a separarse, pues él tuvo que marchar a hacer el servicio militar a Cabrera.
«Es un libro fundamental para entender la vida y la obra de ambos, una parte que normalmente desconocemos de los escritores. Aquí se refleja especialmente su vida amorosa, aunque, además del amor, los dos otros temas principales son el dolor y el exilio», apunta Martín.
Descripción
De hecho, Paraules al sol se nutre de la correspondencia que mantuvieron los enamorados bajo los pseudónimos Olívia Guillot y Yus Picó. «Ambos se profesaban un amor desmesurado, incondicional. Él le decía cosas como que sin ella era un hombre sin futuro o que no escribía para la posteridad, sino para ella. Se abría en canal. Por su parte, Maria-Antònia lo recibía toda con su característica ironía y sentido del humor, aunque también estaba muy enamorad», señala. De esta manera, define este título como «un libro trovadoresco, donde él es el caballero y ella, la dama».
Un discurso que, trasladado a la actualidad, algunos podrían calificar de empalagoso o anticuado. Algo que, sin embargo, Martín niega rotundamente. De hecho, Oliver era una escritora claramente feminista. Más allá de crear el personaje de Lònia Guiu, cuyos casos, puntualiza Martín, siempre estaban relacionados con casos de maltratos o violaciones, la autora de Amor de cans o Joana E., era una activista de los derechos de las mujeres. Según Martín, Oliver «se anticipa a la consolidación de la mujer dentro de la literatura catalana, como también lo hicieron Isabel-Clara Simó o Margarida Aritzeta, del colectivo Ofèlia Dracs.
Pero, al fin y al cabo, no hay que olvidar que eran «dos jóvenes veinteañeros que estaban locos el uno por el otro y hablaban de proyectos de futuro, como irse a vivir a Barcelona, pero, a la vez, ambos tenían una gran formación y eran muy cultos. De hecho, en las cartas ellos transmiten esa conciencia de que son intelectuales y de que quieren dedicarse a la escritura», añade.
En este sentido, Martín destaca que también hay detalles sobre el contexto en el que se escribió. «La dolorosa separación da pie para hablar de muchas cosas, desde la situación política de España y Catalunya, la censura o la segregación racial en Estados Unidos hasta el panorama literario catalán, que estaba emergiendo, o de música. Por ejemplo, hablaban de los Beatles, Brassens, Armstrong, Raimon o de libros de ciencia ficción o de poesía de vanguardia, de Espriu, Clarín y La Regenta o Els Joglars. Además, hay que tener en cuenta que 1968 fue un año especialmente importante y convulso», detalla.
Ahora, tal y como lo celebra Martín, esa historia de amor que muchos imaginaban, «se puede conocer de primera mano, leyéndola».
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