Imagen de archivo de Claudio Capellini. | Pere Bota

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Claudio Capellini, artista visual y dibujante, ha fallecido en Palma el 20 de noviembre de 2023. Nació en Buenos Aires en 1956, pero desarrolló su trayectoria artística en Mallorca desde 1993. Formado como arquitecto y dibujante, sus obras han sido expuestas en diversas exposiciones en Europa y Sudamérica.

Su obra tiene sus raíces en la arquitectura y el cómic, aunque fue el collage el que le llevó a plasmar, durante la década del 2000, «distintas estéticas, distintas formas, las preocupaciones que no nos dejan vivir», en una extensa serie de obras sobre una base de saco de yute, óleo y látex.

Nuestro querido artista argentino, Cape para los amigos, percibía esta realidad, la sentía en su corazón. Quería que los demás fuésemos capaces de ver «la esencia de los objetos, no por lo que son, sino por lo que les rodea», según explicaba, con esa lucidez de quien era, en esencia, un gran pensador y narrador visual.

Desde 2009 investigó sobre las relaciones entre la realidad y lo visible, por medio del dibujo performativo a gran escala, con el objetivo de incluir al observador y demostrar cómo la cultura nos indica qué es la realidad y qué no. «El dibujo en sí es una justificación para reflexionar sobre cómo miramos», en palabras del artista, para quien, en realidad, «vivimos en un dibujo». Con este afán de búsqueda inició una serie de trabajos de dibujos habitables en grandes dimensiones, un nuevo lenguaje en el dibujo. La Casita de Papel fue el primero: Vació su casa-estudio, la forró de papel y dibujó cada uno de los objetos de su casa de pintor, para romper con la observación establecida. En la década de 2010 realizó una extensa serie de dibujos performativos, donde desplegó sus investigaciones plásticas de carácter exploratorio, del espacio y sus relaciones con la realidad.

Con estos proyectos de papel en grandes dimensiones, vio también Cape cumplido un sueño: «que la gente estuviera dentro de mis dibujos». Sueño y vivencia hechos realidad. Emociones intensas, las de habitar sus dibujos, difíciles de transmitir por completo, que los que le conocimos y quisimos tanto siempre llevaremos dentro. Así como sus palabras y su afecto, pues escucharle exponer sus conceptos, armando y dando forma a la peculiar cosmovisión de su imaginación plástica, en esa mirada suya, siempre un poco más elevada, fue siempre un regalo inolvidable. «Siempre nos quedará la casita de papel».