Lionel Garrote no ve el mundo como el resto. El mallorquín, de padres argentinos y orgulloso de ser de Gènova, pasea sus ojos sobre la realidad a través del visor de la cámara. O, mejor dicho, cámaras. De la que sea que se le ponga por delante. Él y su inseparable compañera han viajado por el mundo y han inmortalizado secuencias que le han valido «dos orejas de Goya» con Mediterráneo (fotografía de Kiko de la Rica, 2021) y Gun City (fotografía de Josu Inchaustegui, 2018). Sin embargo, sus proyectos más recientes están al otro lado del charco, en el Reino Unido, donde ha trabajado para Netflix en LosBridgerton y su spin-offLa reina Carlota, además de Den of Thieves 2, cinta de acción rodada en Canarias con Gerard Butler, O'Shea Jackson Jr. y 50 Cent. Son, no obstante, las últimas paradas de un viaje que arrancó en Mallorca.
Y es que el propio Garrote explica sorprendido que a pesar de haberse ido de la Isla con 20 años y haber dado varios rodeos por el planeta, que le llevaron incluso a Sudáfrica, en la última semana de un curso de formación en cine que estudiaba en Barcelona y casi sin dinero, con la mirada puesta en volver a la Isla, a Garrote le salió una oportunidad difícil de mejorar: Daniel Monzón iba a rodar La caja Kovak en la Isla. «Fue durísimo, pero maravilloso», recuerda ahora el isleño quien solo tiene buenas palabras para Monzón, también mallorquín:«Me he cruzado poca gente como él, es una maravilla de persona».
A raíz de esta producción no terminó de girar la rueda y su siguiente proyecto fue nada menos que con Milos Forman: Los fantasmas de Goya, con Javier Bardem, Natalie Portman y Stellan Skarsgård. Fue aquí cuando se «enamoró de la steadicam», un tipo de estabilizador de cámara que lleva atado al cuerpo el operador y reduce el movimiento se traspase a la imagen.
Su fijación por esta tecnología le hizo perseguir a Josu Inchaustegui para que le esneñara a utilizarla. «Es muy, muy físico porque pesa mucho y es fácil tirar la toalla», recuerda Garrote ahora, manejándola con soltura. «Entrenaba tres horas al día y fue complicado. Al principio es muy frustrante porque es tan sensible que hasta la respiración propia se traspasa a la imagen, pero también lo disfrutaba», explica.
A partir de entonces ya no volvió a ser auxiliar de cámara y dio el paso a operador juntando trabajos como El bar y Perfectos desconocidos, de Álex de laIglesia, o Mediterráneo, de Marcel Barrena, película que ganó el Goya a Mejor Fotografía que recibió Kiko de la Rica y quien, en su discurso, mencionó directamente a Garrote al señalar que «Lionel, la mitad de esto es tuyo». Tras 13 años en la capital, aGarrote, a quien no le gustan «las ciudades grandes», cambió Madrid por Londres, que pequeña no es.
Se explica riendo: «La pasión por el curro te hace hacer cosas que no quieres». Y si hablamos de curro, Inglaterra da para elegir. «Desde que llegué no he parado, la meritocracia está mucho más presente». Fue Sergio Delgado, que estudió en la Isla, quien le llamó para Bulletproof y Testigo mudo, y de ahí dio el salto aLos Bridgerton y La reina Carlota. «Netflix te da muchísimos medios, cualquier juguete que quieras te lo dan», indica Garrote quien también habla de lo muy «satisfecho» que quedó con otra producción, El ladrón, su esposa y la canoa.
Tras un año raro por la huelga de Hollywood, Garrote vuelve a mirar el horizonte a través de la cámara y ve un porvenir en el que espera poder dar el salto a la dirección de fotografía, algo que le encantaría porque «pintar con luz es mágico, es algo muy bonito», pero disfrutando de la libertad creativa que le dan casi todas las personas con las que ha trabajado y ejercitándose ya como lo que es, un storyteller, tal y como le dijo el director de Los Bridgerton, Tom Verica: «Tú cuentas la historia a través de la cámara», su principal medio de expresión.
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