«La obra gráfica nunca me ha interesado demasiado, pero en la 6A descubrí un proceso técnicamente muy complejo que te obliga a pensar y a meditar las cosas de otra manera, para bien y para mal. Me costó asimilarlo y aprenderlo, pero me llevó a la conclusión de que había terminado un trabajo que no me interesaba mucho, porque se reducía a prueba y error, y quería dar un paso más», recuerda Pagola, afincado en Navarra, pero que también tiene un estudio en Establiments desde hace dos décadas. Trece años después, aquella voluntad se materializa en Maculaturas, su segunda muestra individual en la 6A. La inauguración se celebrará este martes a las 19.00 horas.
El proyecto, pues, parte precisamente del concepto de maculatura, ese pliego mal impreso que se desecha. «Esos primeros papeles que tiran a la basura son justamente los que me interesaban más. Así que los fui guardando para continuar el proceso en mi estudio. Eso ponía nerviosos a los impresores, porque la estampación requiere de cierto rigor que a mí me ponía nervioso. Sea como fuere, me los llevé a Navarrra, donde los he usado ocasionalmente para hacer obras originales en las que los papeles son muy transparentes y pobres. De esta manera, cuando Bel [Font] me propuso llevar a cabo un proyecto en la galería y taller 6A, tuve claro qué trabajo retomaría y cómo: con los papeles desechados de aquella primera estampación», cuenta.
«Hemos generado algo que a mí me gusta mucho: el mundo de las arrugas, de la pobreza de esos papeles. Todo esto genera unos matices que no se dan con papeles más gruesos. Ha sido, una vez más, un proceso de experimentación sobre algo que ya había sido impreso, en algunos casos malamente», añade. En todo caso, Pagola afirma que «no puedo pintar sobre un papel en blanco, porque no me dice nada; necesito un accidente, algo que me provoque. Y por eso uso papeles viejos y manchados».
Por otra parte, va creando texturas y figuras geométricas con colores brillantes, con una fuerte presencia de rojos y rosas. Porque, tal y como avisa el artista, «no me considero un pintor abstracto, sino figurativo, y aquí la figuración tiene que ver con mi formación como arquitecto».
«Me interesaban las texturas y las transparencias de papeles e intentar producir más color con menos capas», apunta. El resultado, reconoce, es una exposición «bastante alegre y colorida». Una propuesta que, como asegura Font, no cierra un ciclo, sino que «nos invita a ver belleza donde antes mostrábamos indiferencia ante lo común, en el taller, en la exposición, en la vida misma, sin fin».
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