Suya esLa Mesías, la serie del año, ganadora en los Forqué y grandísima favorita en los próximos Premios Feroz donde han batido récord de nominaciones con 11.Se trata de ‘los Javis', la dupla formada por Javier Ambrossi y Javier Calvo que son una suerte de Rey Midas porque todo lo que toca su mano creativa se vuelve oro. Avalados por los éxitos de La llamada y Veneno, de la cual acaban de finalizar su secuela Vestidas de azul, los Javis ya habían asombrado por su talento, pero la explosión y madurez creativa estaban por llegar y lo hicieron, y de qué manera, con La Mesías. Una serie única, diferente, personal. Dicho de otra manera, de autor. O de autores, en este caso. Ambos, unidos por las ganas de contar historias, explican en exclusiva a Ultima Hora la conexión que ha tenido el proceso creativo con las Islas, sobre todo Eivissa y Mallorca, y su forma de entender la ficción.
¿Ya han digerido el éxito?
—Desde que terminamos el rodaje no hemos parado y casi no hemos descansado. Ahora poco a poco vamos entendiendo todo lo que ha pasado. En su momento nos costó entender el cariño y lo que supuso Veneno y ahora estamos empezando a ver el impacto de La Mesías y lo importante que ha sido para la gente.
¿Cómo les llega ese cariño?
—Es muy fuerte porque cuando uno está en su casa escribiendo no sabes nada. Intentas entender lo que escribes y ver si funcionará o no, pero cuando ves que la gente lo recibe y les gusta es muy impactante y por eso estamos muy agradecidos. Lo que más ilusión nos hace es cuando alguien nos dice que está viendo La Mesías, porque es una serie arriesgada, pero llega a gente tan diferente y de todos los perfiles.
Al recoger el Forqué reivindicaron la figura del productor que apoya la idea del autor, ¿cómo de importante es esa confianza?
—Nosotros tenemos mucha suerte porque desde el principio hemos sido los productores de nuestros proyectos. Teníamos que hacerlo todo nosotros ya sea en La llamada, que empezó como teatro sin presupuesto, o en Paquita Salas, donde pedimos favores y teníamos que ir a comprar lo que faltara. Nos ha hecho ser muy jefes desde el principio y no lo sabemos hacer de otra manera ahora. O respetamos lo que queremos hacer o no lo hacemos, por eso reivindicamos a quien apoya nuestra libertad creativa. Sin esa estructura que nos apoye no podríamos ser fieles a nosotros mismos y solo podemos crear si somos fieles a lo que tenemos dentro. Paquita Salas fue siempre libre, Veneno también y La Mesías es algo arriesgado, pero que quiere ser mainstream, y Movistar ha sido un gran compañero por entender esto.
¿La Mesías es la más libre?
—Lo que tiene es que no es una fórmula, no se suma a la ola de algo que funciona porque no buscamos algo que funcionara, sino que respetara nuestra mirada. Queríamos hacerlo más allá de que fuera bien o no. En un mundo en el que las plataformas saben lo que les funciona, La Mesías no se parece a ninguna. Es original en todo: en su manera de ser, su concepto, su guion, su duración. Es muy libre y a veces rara y es de valorar que una plataforma se lance a algo tan personal. La gente está harta de algoritmos, hay que apoyar el talento y las miradas únicas porque esto demuestra que la gente quiere ver esto igual que Veneno mostró que la gente quería ver historias LGTBI, que Cristina [Ortiz] podría ser mainstream y que las historias trans podían ser número uno o que la mirada de autor puede ser lo más visto del día.
¿Cómo nace la serie? Oí que tiene algo que ver con Ibiza...
—Nos encanta Ibiza. Vamos muchísimo, al menos un par de veces al año, sobre todo fuera de temporada, que es más tranquila y serena, y es muy inspiradora. Nos aporta muchísimo. Allí esescribimos mucho y, de hecho, el primer capítulo lo hicimos allí con todas las tramas.
También hay un vínculo con Mallorca ya que la coreógrafa de la serie, Belén Martí, es isleña. ¿Cómo ha sido trabajar con ella?
—Belén es maravillosa y una de las responsables del éxito de La Mesías. Nos ayudó a entender quiénes son las Stella Maris [la banda de pop cristiano formada en la serie] porque aportó ideas que no sabíamos cómo hacer de manera visual y ha sido una de las responsables de que la serie sea tan icónica.
¿Cuál ha sido su aportación?
—Fue muy importante porque una de las tareas que queríamos era hacer real un grupo de música de unas hermanas que han estado encerradas y con una manera muy concreta de ver la música y el baile porque solo han podido ver lo que les dejan. Tenía que ser algo moderno y coherente con su encierro, sin ser parodia, y con Belén lo encontramos de manera en la expresión corporal que es muy importante.
La Mesías explora mucho la idea del encierro y de la fe, algo que ya aparece en La llamada, ¿qué importancia les dais?
—No es tanto la fe, quizá un poco de espiritualidad. Nos gusta hablar de creencias y nos fascina esa necesidad de creer en cosas. Hay gente que cree en el arte, otros en la familia. Todos buscamos una manera de salvarnos y la religión es una excusa para hablar de la idea de trascender, pero esconde otras muchas cosas, la idea de sentirte encerrado en tu propia casa como persona LGTB porque a muchos nos llega la idea de que el cine nos puede salvar, como a este grupo de hermanos y nosotros conectamos mucho con el poder sanador del arte. Las pelis nos han enseñado que quienes somos no está mal, que ser gay no es malo. Muchos crecemos encerrados y hay un momento en el que tienes que decir: a tomar por culo, no puedo seguir en un sitio donde no me dejan ser quien soy.
¿Es el subtexto de la serie?
—De eso habla de manera más profunda, de la tiranía de lo correcto y lo incorrecto, de que hay veces que tienes que pensar en ti y mirar qué quieres aunque el mundo te diga que no está bien. Es una serie muy positiva e inspiradora en este sentido porque te anima a mirarte a ti mismo, a tu niño interior, y te anima a buscar la individualidad en un mundo en el que todo tiene que ser de una manera o de otra.
Cine y series cada vez se parecen más y los géneros se diluyen, ¿en qué fase están ustedes?
—Las series se abren más a la experimentación y el cine necesita más precisión porque tienes menos tiempo, pero es parte de lo mismo. Estamos en un punto de nuestra carrera en el que queremos probar cosas e intentamos mezclar muchos géneros porque además de ser muy diferentes, somos muy eclécticos.
¿Cuál debe ser el objetivo de hacer ficción: entretener sin más o debe haber un mensaje?
—Cada creador ha de hacer lo que considere. En nuestro caso intentamos que valga la pena. No podemos hacer algo sin propósito. Si fuera solo entretenimiento no nos dedicaríamos a ello.
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