La directora general de Patrimoni i Interpretació de la Ciutat, Pilar Ribal, en Can Balaguer. | Jaume Morey -

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Cuidar, proteger y difundir el patrimomio es la misión de Pilar Ribal como directora general de Patrimoni i Interpretació de la Ciutat del Ajuntament de Palma, un área de nueva creación en la presente legislatura y «muy necesaria», apunta la comisaria, gestora cultural y quien fuera la directora del Casal Solleric entre 2011 y 2015. Nos citamos con Ribal en la ‘sede' de su departamento, Can Balaguer, donde avanza sus proyectos y objetivos para los próximos cuatro años.

La dirección general de Patrimoni i Interpretació de la Ciutat es de nueva creación en esta legislatura. ¿Cuáles son sus competencias?
Así es, y una vez que tomé posesión del cargo me di cuenta de lo necesaria que era, había que coordinar, desarrollar e intervenir en todo lo que se refiere al patrimonio. Es decir, todo lo que tenga que ver con su difusión, protección y conservación, desde los fondos municipales, las esculturas públicas, los equipamientos como bibliotecas o archivos o nuevos proyectos, entre los cuales está el Centre de Interpretació de la Ciutat. Hay que mejorar tanto la red como la calidad de la gestión del patrimonio.

Ese futuro Centre de Interpretació de la Ciutat es uno de los proyectos estrella y se ubicará en las galerías de la Plaça Major. ¿Cuándo será una realidad?
Las galerías de la Plaça Major forman parte de un proyecto de intervención a gran escala. Saldrá un concurso de ideas en este sentido y el Centre de Interpretació está planteado en las galerías, pero con un concepto totalmente nuevo, pero es pronto para dar fechas. La idea es que en 2025 se haga una exposición en Can Balaguer de presentación del proyecto. Ese centro coincidirá con nuestra idea de generar un museo en red, un museo expandido por la ciudad que integrará otros equipamientos. Por ejemplo, Bellver. Hay que renovar su museografía y cuando se terminen las Torres de Temple podrían estar también en ese museo en red.

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Habla de las Torres del Temple, pero, ¿qué pasa con el edificio de Can Serra? ¿Hay que esperar a que se derrumbe para lamentarse después?
El tema de Can Serra está encima de la mesa y existen estudios sobre sus características y de sus valores para una intervención. En los últimos años no se han hecho actuaciones, pero aunque sea por fases, hay que asumir su restauración. Can Serra puede ser otro gran equipamiento cultural que sumar a esa museo expandido. Realmente no somos conscientes de todo el patrimonio que tenemos y, sobre todo, que debemos cuidarlo como si fuera nuestro, porque en realidad es de todos.

En cambio, iniciativas privadas como la del casal Can Vivot están pidiendo ayuda y parece que no se les escucha.
Consideramos que Can Vivot es un tesoro para la ciudad y es heroico que la familia mantenga el pulso a la especulación inmobiliaria. Hay que ayudarles aunque sea facilitando cosas e incorporales a nuestros proyectos. ¿Podemos hacer que Can Vivot forme parte de ese museo en red? Hay que hacerlo. ¿Qué pasaría si ceden a la especulación, si no pueden mantenerlo? Si Can Vivot cede para ser otro hotel urbano vamos a perder todos.

Estamos en el casal Can Balaguer, lo que podría definirse como la piedra angular de su dirección general. ¿Habrá cambios?
Se ha ido desarrollando su musealización con aportaciones de colecciones privadas de cerámica, por ejemplo, así como exposiciones temporales, como La casa eléctrica, que es fantástica; pero queremos apostar más por este espacio, con más exposiciones y ciclos de conferencias en torno al patrimonio. De hecho, estoy asistiendo a eventos y congresos para hablar con expertos y especialistas, eso hará que los proyectos sean los mejores posibles.

¿Cómo está el parque escultórico de la ciudad?
Hay bastantes ideas en marcha, sobre todo para mentalizar a la población de que vandalizar lo propio no es lo que corresponde. La ciudad es nuestra casa y en nuestra casa no pintaríamos los muebles con espray, o las puertas o paredes, no dañaríamos o permitiríamos lo que sí se hace en el espacio urbano. Hay cuestiones que afectan a la vigilancia y seguridad, pero está el tema de la concienciación. Evidentemente, la materia se daña al aire libre, sufren un deterioro, y nuestra intención es velar por su cuidad y sería necesaria una patrulla permanente. Por otra parte, hay que dinamizar este parque escultórico con rutas, publicaciones, etc.

El estado de la escultura Núvol, de Albert Pinya, es lamentable.
La he ido a ver un par de veces y ya se han hecho actuaciones, pero hay que repetirlas. Hay materiales que requieren más cuidado y es el caso de la obra de Pinya, sobre la que se ha vandalizado muchísimo. Lo mismo con la escultura de Sugarman y la de Sirvent, por ejemplo, que ya se han restaurado. Se tiene que trabajar de manera continua y con un seguimiento.

¿Sigue en marcha el plan de crear un conjunto escultórico en el Parc del Canòdrom?
En principio queremos crear nuevos espacios para las esculturas y este parque tiene futuro, porque hay una vegetación que va creciendo y sería bonito que esa sensación de relax y zona verde se compartiera con el arte. Lo iremos viendo sobre la marcha con el tiempo.