El autor Bartolomé Seguí, colaborador de este periódico, posa con la adaptación que firma de la novela de Manuel Jabois 'Malaherba'. | Jaume Morey

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El encargo de adaptar a cómic la novela Malaherba (Alfaguara, 2019), de Manuel Jabois, le llegó en plena gira de presentación de Los mares del Sur (Norma, 2021), la tercera de las adaptaciones que ha realizado, junto a Hernán Migoya, del emblemático detective creado por Vázquez Montalbán y en pleno trabajo de su obra más íntima y personal: Boomers (Salamandra Graphic, 2023). En este título, Bartolomé Seguí (Palma, 1962) creaba un retrato «nostálgico» de una generación marcada por el desconcierto del presente y la incertidumbre del futuro. Una nostalgia que ahora retoma, aunque sea basada en la historia del autor gallego y con unos personajes mucho más jóvenes.

«Catalina Mejía, la directora editorial de Salamandra Graphic, consideró que yo era el autor adecuado para trasladar al cómic la novela. Y no le fue difícil convencerme, porque la infancia siempre ha sido un tema que me ha interesado. Los recuerdos, el revival, ha sido un asunto recurrente en mis historietas. Conocía a Jabois por sus artículos, pero no había leído sus novelas. Malaherba me encantó. Es una historia de descubrimiento, de los últimos días de la infancia. Los niños son más difíciles de retratar de lo que parece: o bien tendemos a infantilizarlos demasiado o a que se comporten como pequeños adultos. A excepción de Mafalda, que es una filósofa metida en un cuerpo de niña, un buen personaje infantil debe comportarse como un niño: El pequeño Nicolás, Titeuf o Calvin… todos son creíbles porque tienen la candidez y la frescura propias de su edad. El protagonista de Malaherba, Tambu, también es así. Es un niño de diez años al que le suceden cosas terribles a las que todavía no sabe ponerles nombre, explicadas por él mismo. De ahí que sea una historia que puede leerla un niño, pero solo un adulto podrá entender todo lo que sucede bajo la superficie de los hechos».

Trama

Malaherba cuenta la historia de Tambu, quien, junto a su mejor amigo Elvis, Claudia y su hermana Rebe, atraviesa los últimos días de niñez, esa edad en la que aún no hay prejuicios y cuesta lidiar con lo que uno siente y le rodea. «Es una historia de descubrimientos, de ‘primeras veces’: la primera vez que se te muere un padre, el primer beso, el primer mejor amigo, las primeras pajas, el primer abuso… sin juicios ni certidumbres, porque aún no ha podido ponerle etiquetas morales». El lector tanto de la obra original como de la adaptación comparte esa percepción de confusión, de que hay otra realidad mucho más dura bajo la superficie de lo que nos narra Tambu. «Intuimos una situación familiar desestructurada, pero Tambu nos habla sobre todo del amor entre sus padres; hay violencia en casa de los vecinos, pero solo vemos cómo crece la amistad con Elvis; hasta el drama de las drogas y el sida típicos de los 90, queda desmitificado bajo la mirada de estos niños, niños que, como en las guerras, consiguen sacar remansos de felicidad en medio de la desgracia».

Seguí, que ha hecho también el guion, confiesa que esa ha sido su máxima preocupación a la hora de adaptar esta obra: mantener ese misterio al ponerle imágenes. «Eso y que, a pesar de tener unos protagonista tan pequeños, no pareciese un comic para niños, que el dibujo y especialmente el color, tuvieran el tono adecuado que pudiera atraer también al un lector adulto.

«Otra decisión complicada fue la de suprimir la narración en primera persona de la novela. La prosa de Jabois es muy ágil, directa y divertida, pero, al tratarse de una adaptación gráfica, quería que el dibujo substituyera la voz en off de Tambu, así que, en cierto modo, significaba quitar una parte importante de la novela. Fue todo un reto hallar la manera de conseguirlo», reconoce el autor y también colaborador de este periódico. La clave para Seguí, tanto de la novela como de la adaptación que ha realizado, ha sido sugerir e insinuar sin ser demasiado explícito. De hecho, confiesa que él tampoco es un autor que disfrute con lo explícito: «Estamos saturados de imágenes. Por eso cuando dejas la interpretación a la imaginación el efecto suele ser más potente. Insinuar es el mejor recurso». «Sí he querido rescatar las divertidas descripciones que hace Tambu de los personajes principales; y también las reflexiones al inicio de los capítulos y en el epílogo, que refuerzan esta mirada tierna del personaje y ayudan a situar la acción», añade.

Por otra parte, Seguí destaca que Jabois «no juzga a ningún personaje y, desde esa perspectiva infantil que adopta la narración, te das cuenta de que los niños tienen el instinto de reconocer cuándo alguien te oculta algo, pero, de nuevo, son demasiado pequeños para procesarlo».

El mallorquín agradece que Jabois le diera libertad absoluta a la hora de afrontar la adaptación de su novela. «Es algo que valoro mucho de cada uno de los guionistas con los que he trabajado: la confianza y el respeto a mi trabajo. Supongo que es algo que me habré ganado con los años. Para mí supone una gran responsabilidad hacerme mía la obra de otro autor, y más en este caso tratándose de una obra de mucho éxito y de un autor aún vivo; pero ambos tuvimos claro que cuando adaptas una obra a otro medio, creas una obra distinta y agradezco su generosidad a la hora de compartir su novela conmigo».

Malaherba sale a la venta este jueves 7 de marzo y, aparte de Madrid, Barcelona y Salamanca, tendrá en Palma dos presentaciones: el día 9 en Gotham Cómics con Nadal Suau, y el día 15 en Ínsula Literària con Bernardo López. Seguí lleva meses embarcado en la adaptación de una novela sobre la mafia de R. J. Ellory, esta vez con un guionista francés, Fabrice Colin, para el sello Phileas. «Es una historia larga, de 120 páginas, que está prevista que salga a la luz a finales de 2025. Confío que también se publique en castellano», avanza.