La Bienal de Venecia arranca oficialmente mañana su edición de este año bajo el lema de Extranjeros en todas partes (en inglés: Foreigners Everywhere). Teniendo en cuenta que Venecia es el escenario, parece el más apropiado de los temas. No obstante, la mayoría de la gente estaría pensando, como es obvio, en el extranjero humano, el otro entendido como persona, pero Carlos Casas, artista que representa a Catalunya con el apoyo del Institut Ramon Llull, ha querido llevar la idea más allá para hablar de nuestra relación con los animales y el entorno gracias a su Bestiari. Y lo hace con el eco de las palabras que escribió un mallorquín hace 600 años: Anselm Turmeda.
Y es que si hace dos años fue Lara Fluxà quien representó a Mallorca en la Bienal con Llim, la Isla tampoco falla a la cita de este año, pero de una manera diferente. Y es que Casas se ha basado para su obra nada menos que en La disputa del ase, obra del sabio medieval mallorquín Anselm Turmeda, la más extensa de las que escribiera, en la que los animales del bosque se enfrentan al propio autor en un juicio justo y, hay que decirlo, sorprendentemente racional, para determinar de una vez por todas si los humanos son o no superiores a los animales.
Escrita hace más de 600 años, La disputa del ase está considerada como una de las primeras obras en catalán de la historia y resuena en el trabajo de Casas y el lema mismo de la Bienal. El propio artista lo explica: «Turmeda es un visionario con relación al periodo en el que vivió y al ver el lema de la Bienal pensé que podría servir como metáfora de lo que hacemos los humanos con nosotros mismos y otras especies».
Así pues, a través de una referencia en el nombre de la obra, Bestiari, a los primeros compendios de historia natural en los que se describían animales, Casas explora esta temática mediante una instalación audiovisual inmersiva que pretende «introducir al visitante en ese juicio» de los animales.
El resultado final es un espacio envolvente e hipnótico lleno de sonidos e imágenes de criaturas que habitan en once parques naturales de Catalunya y que ha registrado el propio artista durante meses, uniendo no solo el telón de fondo que es el texto de Turmeda, cruce esencial en la instalación, sino la práctica artística propia de Casas y su interés investigador sobre «el sonido en relación a la percepción humana y cómo podemos establecer un contacto entre especies».
Objetivos
Todas estas capas se unen al proyecto de Casas quien reconoce que la obra de Turmeda le ha servido como un eje conductor y, a su vez, confies que le encantaría que le llegara una nueva frescura al texto del mallorquín del que hay «muy pocas traducciones» y no es un escrito «demasiado público».
El objetivo final que ha perseguido Casas es el de generar «una adaptación totalmente contemporánea y onírica» en forma de viaje sonoro y visual para recordar algo que en lo «cotidiano se nos olvida» de manera habitualmente: tener «a todas las especies sometidas a nuestra superioridad», tratando en ocasiones sin empatía alguna ni ningún tipo de protección sus entornos, que son también los nuestros. Es crear un llamamiento hacia la «simbiosis total y otra forma de vida». Un comportamiento que en opinión de Casas está «caduco» y que debe cambiar porque «con la gran crisis ecológica, la degradación del mundo animal», relata el autor.
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