Bill Nighy en 'La librería' de Isabel Coixet, leyendo el libro de Ray Bradbury 'Fahrenheit 451'.

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La influencia entre el mundo literario y el cine es muy evidente y cada vez lo es más y más. Cientos de películas adaptan novelas a la gran pantalla, así como otros formatos como videojuegos u obras de teatro, así como también hay libros que amplían o adaptan lo filmado al texto de sus páginas. Pero en ocasiones no es esa la única relación entre los libros y el cine, sino que también es habitual ver a los personajes del Séptimo Arte leyendo y como en el cine nada es casual, si un libro aparece en la gran pantalla es por una razón.

Do you read the Bible?

Probablemente la Biblia sea el libro más influyente de la historia de la humanidad y, claro, los personajes del cine también acostumbran a leerla. En ocasiones es su sentido literal el que aparece en la pantalla, pero no nos engañemos, el que suele gustar más es cuando esta es leída e interpretada por personajes, digamos, de dudosa moralidad. Es el ejemplo de uno de los personajes de Quentin Tarantino más icónicos: Jules Winnfield de Pulp Fiction. El conocido asesino interpretado por Samuel L. Jackson suele recitar el famoso versículo de Ezequiel, 25-17, antes de ejecutar a sus víctimas. Lo curioso es que la Biblia de Jules es algo especial porque aunque sí existe el verso, no de la manera en que lo recita.

Jules Winnifield después de recitar el famoso verso de la Biblia.

El libro favorito de V

Otra de esas grandes novelas de la historia, La venganza del Conde de Montecristo, que también tiene adaptación fílmica, por cierto, es el libro favorito de uno de esos personajes míticos no solo del cine, sino del mundo del cómic: V, el enmascarado icono protagonista de V de Vendetta. Se trata de una historia de muerte, encarcelamiento, venganza, redención, superación y libertad con la que no solo es fácil comprender mejor al personaje principal, sino también las raíces de sus motivaciones y lo que le hacía seguir adelante.

Vivís en Matrix

La escena la conocemos casi todos: un chico, llamado Thomas A. Anderson, está dormido frente a su ordenador. Conocido por su alias virtual, 'Neo', abre la puerta de su apartamento cuando un grupo de personas tocan a ella. Estos le dan dinero por un encargo y él lo guarda en un libro. Y no es un libro cualquiera, no, sino que se trata de Cultura y simulacro, del filósofo francés Jean Baudrillard. El ensayo, uno de los éxitos más importantes del autor, supuso las bases de algunas de las ideas que las hermanas (por entonces hermanos) Wachowski llevaron de una manera mucho más pop-punk a la gran pantalla. Conceptos como la realidad a través de lo percibido culturalmente, la hiperreralidad, la totalidad del simulacro, o el desierto de lo real, son algunas de las ideas que quizá hicieron que Neo ya sospechara que, efectivamente, vivía en la Matrix.

'Cultura y simulacro', del filósofo francés Jean Beaudrillard, en la cinta 'Matrix'.

Antes de Joker, feminista

Si a Heath Ledger le recordamos todos por su papel de Joker en El caballero oscuro, muchos años antes ya protagonizó uno de esos filmes de culto de la comedia romántica: Diez razones para odiarte. Allí, a cambio de dinero, pretende enamorar al personaje de Julia Stiles y para ello se empapa en La mística de la feminidad , de Betty Friedan, escrito por esta teórica americana y que fue clave en la Segunda Ola del Feminismo.

Heráclito y Call me by your name

La conocida cinta de Luca Guadagnino Call me by your name, con Timothée Chalamet y Armie Hammer como protagonistas, y que se basa en el libro del mismo nombre de André Aciman tiene un sorprendente trasfondo filosófico centrado en la figura de Heráclito, el filósofo presocrático cuya más famosa cita es la de que uno no puede bañarse dos veces en el mismo río. De hecho, los personajes leen el libro de G.S. Kirk Los fragmentos cosmológicos de Heráclito, que incluyen una interpretación del pensamiento del autor y tienen en la siguiente frase el resumen del sentido de la relación entre los dos personajes: 'El significado del río que fluye no es que las cosas cambian y que no podemos verlas dos veces sino que algunas cosas sólo permanecen si son cambiantes'.

El libro de Kirk en la cinta 'Call me by your name'.

Tienes un 'Orgullo y prejuicio'

Algo similar a lo de Heath Ledger hace Tom Hanks en Tienes un e-mail cuando decide leer Orgullo y prejuicio, la archiconocida novela de Jane Austen, por ser precisamente el libro favorito del personaje de Meg Ryan en el filme.

La Fantasía de leer

El siguiente nivel en esta relación entre cine y literatura es la de los libros que no es que sean leídos por los personajes, sino que constituyen el universo mismo de la película. Uno de los ejemplos más clásicos de esto es, sin duda, La historia interminable, la película dirigida por Wolfgang Petersen y que adapta la novela de Michael Ende en la que un niño, Bastian Baltasar Bux, se queda a leer en el ático de su escuela un libro y su misma lectura posibilita la historia que estamos viendo.

Portada de 'La historia interminable' tal y como aparece en la película.

Así habló Alfred Hitchcock

La soga, mítica cinta del autor de Vértigo y Psicosis, tiene una fortísima influencia de nada menos que Friederic Nietzsche, autor alemán que escribió obras como Así habló Zaratustra, El anticristo o Más allá del bien y del mal. En la película, dos estudiantes que han discutido en clase precisamente la idea del Superhombre nietzscheano, ponen a prueba la superioridad de unos sobre otros con el intento de llevar a cabo un asesinato perfecto y mostrar a su profesor lo equivocado que está.

La 'chispa' de un buen libro

A veces un buen libro puede ser diferencial incluso en una cinta llena de ellos. Es lo que ocurre en La librería, película de nuestra directora Isabel Coixet en la que el personaje protagonista interpretado por Emily Mortimer envía los libros que considera mejores al arisco y retraído personaje de Bill Nighy sin tener excesiva admiración por parte del segundo hasta dar con Fahrenheit 451, la mítica novela de Ray Bradbury en la que los bomberos han dejado de apagar incendios para ser ellos quienes queman libros en una sociedad bastante indeseable.