Imagen de las dos esculturas de Opie que se están colocando frente a sa Llonja. | Pilar Pellicer

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Quien pase estos días por sa Llonja podrá ver cómo dos enormes esculturas de 12 metros de altura se erigen firmemente frente a la entrada del emblemático edificio de Palma. El culpable de que estos dos colosos ‘vigilen’ la ciudad es Julian Opie (Londres, 1958), el artista británico que hoy inaugura allí, a las 19.00 horas, una gran exposición a iniciativa del Govern y el Ajuntament de Palma que reúne un total de 12 esculturas en el interior de sa Llonja, otras dos frente a ella, una en el Passeig Sagrera, otra en el Passeig d’Es Born y, finalmente, en el Casal Solleric.

Opie atendió a Ultima Hora allí mismo, mientras los trabajos de instalación continuaban, donde explicó cómo se ha «adaptado a un espacio tan precioso con el que es imposible competir» en referencia a sa Llonja. Por ello, el artista se decantó por «potenciar y apoyar» el espectacular lugar a través de colocar «12 esculturas aprovechando los 12 cuadrados que se forman en el suelo» por los patrones dibujados en el mármol del edificio. Tres series distintas, pues, conforman su propuesta de interior: una con siluetas de personas caminando, otra con torres de acero que reflejan su interés en la arquitectura contemporánea y, finalmente, retratos a gran escala de gente que ha conocido, pero de quienes «no es importante saber quiénes son» y que tienen Mallorca como su primera muestra pública.

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Una de las esculturas que se podrán ver en el interior de sa Llonja. FOTO: PILAR PELLICER

Además de estas 12 esculturas, Opie también instala dos gigantescas piezas en el exterior, en la misma entrada, que son el resultado de «personas que he fotografiado fuera de mi estudio y que accedieron a posar». De ellos, le interesaba a Opie «el perfil, la silueta» por ser «dos líneas rectas sin más, de las cuales tuve la idea de ver si era posible encontrar algún rasgo de personalidad en una postura tan rígida y un dibujo tan básico». Para estas dos, Opie sugiere haberse inspirado en parte en el arte egipcio, aunque reconoce sentirse como «un cocinero que prueba ingredientes hasta que sale algo bueno, algo que le gusta, aunque no sepa por qué».

A todo lo mencionado se suman una escultura de un caballo al trote animado con luces LED en el Passeig Sagrera y otra de una mujer caminando en el Passeig d’Es Born, ambos dirigidos hacia un mismo lugar: el Casal Solleric, donde habrá una instalación a gran escala y una animación LCD, visible desde la calle.

Destaca el creador, a su vez, que no puede «no conectarme con lo que me rodea», razón por la cual mira constantemente el trabajo de otros artistas además de estar atento a los lenguajes de la publicidad que puede encontrar en carteles en la calle, la televisión y anuncios repartidos por todas partes, además de las luces de los semáforos, la señalería del tráfico, etcétera. Todo ello se debe a que lo «popular» es una de sus fuentes básicas de inspiración. Luego, todo el mejunje de lenguajes «los mezclo» de manera privada, «sin tener en mente al público», pero con el objetivo de que «al acabarlo lo pueda poner al alcance de la gente porque sin ellos lo que hago no es nada».

Retrato Julian Opie
Autorretrato del propio Julian Opie cedido por el artista para ilustrar la entrevista.

Como es obvio por lo expresado hasta ahora, entre caballos al trote y mujeres caminando, el movimiento es una de las principales atracciones de Opie, que «siempre» ha pensado que «una imagen quieta es inusual». En opinión del inglés, «todo se mueve a menos que esté muerto. Incluso cuando dormimos nos movemos y es, en mi opinión, una de las formas en las que vemos el mundo: a través del movimiento». Por ello, «el movimiento es uno de los puntos centrales de mi trabajo», ya desde sus inicios, cuando las tecnologías no habían avanzado lo suficiente como para poder desarrollarlo virtualmente. De hecho, Opie avanza que tiene en marcha dos proyectos en esta misma línea: «Uno con el equipo de atletismo del Reino Unido y otro con niños de cinco años que se mueven de una manera única y muy mona». Es, por todo ello, que considera el «movimiento como una muy buena forma de empezar un proyecto».

Con el avance de las tecnologías Opie pudo regresar a esta forma de trabajar y, de hecho, hoy en día se maneja a la perfección con ellas, habiendo preparado y diseñado esta misma exposición enteramente en realidad virtual. A pesar de ello, de su buen desenvolvimiento con la tecnología, reconoce Opie que «las redes sociales no me gustan, me parece algo vacío. Lo real es aquí, en la calle, viendo cómo la luz interactúa con la obra y viendo el dinamismo de la gente caminando a su alrededor».

Y si el movimiento y los alrededores le llaman la atención, le preguntamos qué le inspira Palma, y destaca que «es un lugar fantástico en el que pasas de sentirte encerrado en el casco histórico a un lugar abierto de manera dramática con el mar o las vistas de las montañas».