El intérprete, que actuará este sábado 18 en en Trui Teatre, posó para la entrevista con este periódico en Palma. | M. À. Cañellas

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Cuando se baja de ese vehículo nómada llamado ‘Francisco', le toca encarar actividades más prosaicas como esta entrevista que le acerca a la redacción de Ultima Hora y que impregna con una sinceridad desarmante. Las redes sociales y el qué dirán se la traen al pairo. Se lo agradezco. Detesto las respuestas automáticas y el ‘bienquedismo'. En diferentes momentos de nuestro encuentro asoma, tímidamente, la nostalgia por tiempos mejores. Pero en el fondo, a este levantino de porte elegante y voz vigorosa, no le gusta mirar atrás ni para tomar impulso. La vida le envió a la lona pero se levantó con el aplomo de un púgil bregado. Los surcos de su piel hablan del paso del tiempo, pero él sigue igual de fiero, aunque más tierno, con mas dulzura que veneno… y las mismas ganas locas de cantar. Trui Teatre acoge el sábado 18 de mayo su gira 40 Años contigo.

Como cantaba Raphael, ¿sigue siendo aquel?
— (Risas) Sí, con más años, pero sigo siendo aquel.

¿Qué tiene su Levante natal, cuna de cantantes con voces poderosas como la de Nino Bravo, Camilo Sesto o la suya?
— Cada comunidad tiene un color de voz distinto, en Valencia llevamos el color de nuestro sol, la luz de Sorolla.

A lo largo de su carrera ha incursionado en diferentes géneros musicales, pero siempre desde el tamiz característico de su voz, ¿actualizarse es la clave de la vigencia?
— Me gusta hacer cosas nuevas, pero siendo fiel a un estilo, a una forma de interpretar la música.

Tiene un registro vocal muy potente y matizado, ¿nunca se planteó hacer carrera como tenor?
— Sí, pero en aquella época con eso no se ganaba un duro.

Despuntó en una época en la que cada cantante tenía su propio estilo, hoy parece que todos cantan igual.
— Recuerdo que cuando empecé escuchabas a un artista por la radio y enseguida sabías quien era por su voz, hoy escuchas la radio y la mayoría suenan muy parecidos.

Sus letras transmiten una sensibilidad que choca en ocasiones con sus declaraciones, es de los contados artistas que ignoran la mordaza de la corrección política…
— Yo lo suelto todo, a mí no me pone la mordaza nadie. Nuestros abuelos han luchado mucho y han vertido su sangre para que podamos vivir con libertad y con derecho a decir lo que queramos, siempre con respeto claro.

Sus conciertos están atravesados por una energía poderosa que excede el canto y tiene que ver con aquello que se desarrolla sobre el escenario, ¿en todo cantante hay un rasgo de actor?
— Debe de haberlo. Cada canción es una película de tres minutos que tienes que interpretar, y me gusta mucho meterme en la historia de cada canción.

Aleluya, su última producción, invoca a la esperanza recordando a Leonard Cohen, ¿los clásicos siempre serán modernos?
— Siempre. Cohen es inmortal. Es una de esas cien canciones que muchos tenemos en nuestra discografía personal. Disfruté haciendo esta versión, dándole mi toque.

Cohen escribió en su autobiografía que el gran contratiempo del ser humano es su incapacidad para armonizar amor, deseo y convivencia… ¿comparte su pesimismo?
— Sí, tristemente es así.

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Cuando vuelve la vista atrás, añora los arreglos de Augusto Algueró… oropel y terciopelo para las melodías de los 70...
— Añoro lo grandes arreglos y las grandes orquestas, ese feeling y esa alma que te regalaban no te lo da una máquina.

Hablando de nostalgia, ¿añora los tiempos en los que era necesario componer canciones para crear ilusión entre la gente?
— Sí. En aquellos tiempos todos los que teníamos un sueño y luchábamos por ello podíamos conseguirlo, hoy es muy diferente, el futuro es incierto.

Me consta que atesora uno de los secretos mejor guardados sobre el desembarco de Diego Armando Maradona en España…
— A Maradona y a su manager les conocí en una discoteca de Buenos Aires, hicimos muy buena amistad. Diego era entonces muy tímido. Y en un viaje a Madrid para negociar a dos bandas con el Barcelona y el Madrid se alojaron en un piso que yo tenía en la calle Sor Ángela de la Cruz. Yo quería que acabase en el Madrid pero el Barça pagó más…