Núria Figueras y Àgata Gil firman este cuento ilustrado, Premi Mallorca de Literatura Infantil 2023.

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«Estaba cansada de encontrarme con cuentos sin aventuras, con dibujos muy bonitos pero sin fantasía», reconoce Núria Figueras (Cornellà de Llobregat, 1972), que conoce bien el mercado editorial como editora y autora. Por ello, no es de extrañar que su libro más reciente, El melic d’en Frederic (Disset Edició), que ganó la última edición de los Premis Mallorca de Literatura Infantil, galardones que convoca el Consell insular, sea, ante todo, un cuento que respira fantasía. Para esta ocasión, la escritora contó con la ilustradora Àgata Gil (Badalona, 1979), quien se encarga de transmitir ese espíritu con una gran «explosión de color».

Aparte de la fantasía, otro elemento que echaba en falta Figueras en la literatura infantil era el humor. «El motor que me movió a escribir este libro era el humor. Quería que, sobre todo, divirtiera e hiciera reír a los pequeños lectores. Para ello, ideé un personaje estrambótico y particular que, a su vez, guardara tras de sí una metáfora de las emociones. Y así fue como di con un niño cuyo ombligo escondía las cosas más inverosímiles e imposibles de imaginar. A partir de ahí, fui tirando del hilo y me puse a reflexionar sobre qué le podía pasar a este personaje tan singular y qué le podía salir del ombligo dependiendo de su estado de ánimo. De esta manera pude abordar la importancia de expresar las emociones que sentimos», detalla la autora del texto.

Irreverente

Frederic, explica, es «un personaje irreverente» al que se le impone que se tape su ombligo –con un tapón de corcho– porque resulta molesto a los adultos y especialmente al barrendero del pueblo, que tiene que limpiar todos los despojos que salen de su ombligo. «Pero los demás niños le hacen ver que, cuando se lo tapa, todo es más aburrido sin sentir sus propias emociones». En este sentido, Figueras aclara que hay «dos niveles de lectura». Por un lado, los más pequeños se fijarán con ese personaje excéntrico que, cuando está contento, deja ir por el ombligo globos de colores o dulces. Y, por otro, muestra «cómo nos reprimimos a nosotros mismos las emociones o nos sentimos cohibidos por miedo a hacer el ridículo o a no encajar en la sociedad».

«El mensaje que quería transmitir es que, a veces, por miedo a no gustar hacemos ver que somos quien no somos. De ahí la necesidad de quitarnos el tapón y darnos cuenta de que en la vida hay cosas que tenemos que sentir libremente y lo debemos poder expresar así. Esa es la gracia de existir, aunque conlleve cosas buenas y cosas malas. La cuestión es no taparnos los sentimientos», insiste.
Así las cosas, como coincide la ilustradora, que ha trabajado esencialmente con acuarelas y lápices de colores, El melic d’en Frederic es «una historia vitalista» llena de color y de «surrealismo». Y es que, como ambas autoras coinciden, «la lectura es y debe ser una fuente de placer y disfrute». Eso no quiere decir, por supuesto, que se obvie la parte didáctica, pero, como apunta Figueras, «cuando pienso en un cuento pienso en pasar un buen rato, por ejemplo, antes de ir a dormir» y el humor, asegura, es el mejor atractivo para que los niños se acerquen a la literatura.