La actriz Valèria Sorolla (Barcelona, 1997), en Palma. | Teresa Ayuga

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En un planeta Tierra inhabitable, una nave es la particular arca de Noé donde las mujeres jóvenes son la esperanza de la humanidad. Precisamente Arca es el título del cortometraje de Antonina Obrador que plantea ese escenario distópico que entraña varias capas temáticas: la maternidad y la mercantilización del cuerpo de la mujer, la libertad, el destino o el futuro de la especie humana. Este nuevo proyecto de Obrador se ha estrenado esta semana en el Atlàntida Mallorca Film Fest, cita que precisamente inauguró el año pasado con su primer largometraje, Quest.

La actriz catalana Valèria Sorolla –nominada a un Goya el año pasado por su papel en La consagración de la primavera, de Fernando Franco– es la protagonista de Arca, un corto de «ciencia ficción» que «reflexiona sobre el papel de la mujer en la sociedad tal y como vivimos actualmente, que aborda la maternidad, el futuro de la especie humana en un mundo en colapso, además de tratar la libertad y encarar cómo afrontamos nuestro destino, que no escogemos precisamente nosotras».

Sorolla se mete en la piel de Valentina, una joven a punto de cumplir 20 años que se ha criado en la mencionada nave y que, como está previsto, será fecundada para ser madre. Aunque sus padres arriesgaron su vida para salvar la suya, no puede evitar plantearse dudas sobre la maternidad y sobre si quiere seguir la línea marcada. Así las cosas, tal y como reconoce la actriz, el personaje se encuentra en «una tesitura muy extraña que realmente da pie a muchas interpretaciones», algo que, considera, favorece el género de la ciencia ficción. «Es un género que plantea a menudo mundo idílicos en los que hay una fuerza superior que monitoriza lo que tienes que hacer, lo que para el espectador es algo terrible, pero que en realidad los personajes integran de manera natural. Podría ser perfectamente una analogía con lo que ocurre hoy en día a gran escala o, por otra parte, puede ser una fantasía que sería mejor no pensar», razona.

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En este caso, puntualiza, «hay que tener en cuenta que es una persona que se ha desarrollado en un mundo muy controlado, completamente monotorizado, que podría parecer algo indeseable o un infierno, pero en realidad está lleno de comodidades». «Su personalidad es el producto de haber sido criada en este entorno, pero de pronto se le despierta el anhelo de saber, aunque ni ella misma sabe de dónde surge, pero quiere averiguarlo. El problema es que ese entorno no ayuda precisamente a esa liberación, que solo es posible conseguir saliendo del mundo, muriendo», añade.

Otro aspecto curioso es el hecho de que su única compañía es la de una voz que proviene del chip que tiene incrustado en su oído y vinculado a la misión de Arca. «Tiene un punto humano, como si tuviera una agencia propia, aunque está claro que trabaja para Arca; sin embargo, hay algo particular, pero no sabemos si es malicia o interés, aunque en todo caso al final acaba creado una relación personal con Valentina».

En cuanto a la maternidad, Sorolla señala que el fime plantea un debate interesante: «¿A qué precio tenemos continuar la especie humana?». «Hoy en día todas podemos decidir, pero en un contexto radical en el que el mundo que conocíamos ya no existe, cómo decidir si continua la especie humana o no?», apunta Sorolla sobre Arca, su «primera inmersión» en la Isla, que casi coincidió con otra ficción mallorquina: Mòpies.

Tras su paso por el Atlàntida, Sorolla avanza que en septiembre estrenará la película de terror Estación Rocafort, protagonizada por Javier Gutiérrez y Natalia Azahara. Un proyecto que, de nuevo, está empapado de un ambiente inquietante en el que, reconoce, se encuentra muy cómoda. También en teatro. De hecho, forma parte del elenco de Primera sangre, del Centro Dramático Nacional, que en noviembre llegará al Teatre Nacional de Catalunya.