El nácar, que con el tiempo se convertirá en perla, comienza a formarse cuando se introduce un elemento extraño en la ostra. Así que la belleza de la perla surge de una agresión, de una violencia. En esa potente paradoja Rita Puig-Serra Costa (Barcelona, 1985) encontró la manera de expresar los abusos sexuales que sufrió durante su infancia por parte de un familiar. «Llevaba mucho tiempo con todo esto dentro, pero no encontraba la forma de expresarlo a través de una metáfora o símbolo que me ayudara a contarlo sin que fuera muy explícito o personal», recuerda la fotógrafa, que ha tardado seis años para que el proyecto viera la luz, materializado en el libro Anatomy of an Oyster [Anatomía de una Ostra] (Witty Books, 2023). Lo presentará el miércoles día 21 de agosto a las 10.30 en el espacio Call Vermell de Felanitx, que regenta la cineasta Antonina Obrador.
Proceso
«Mucha gente no lo sabe y yo también desconocía cómo se forman las perlas dentro de las ostras, así que cuando lo supe me di cuenta de que era una suerte de mecanismo de supervivencia y que, en realidad, la perla contiene dentro lo que le ha hecho daño, que la envuelve con capas en las que se encuentra toda esa información, como una biografía del dolor. Me pareció muy interesante todo ese proceso», matiza.
Para la búsqueda de perlas, acudió a una granja de perlas de ostras en Indonesia. Con todo, apunta que «no quería que todo fueran perlas perfectamente bellas, como símbolo de la víctima perfecta», así que decidió buscar perlas imperfectas, «barrocas, con formas irregulares y fantasmagóricas, que no sabes qué son realmente, si órganos o fetos; como si se tratara de un tumor que tienes adentro y tienes que sacar». Así las cosas, en el volumen conviven perlas impolutamente perfectas con las barrocas, combinando imágenes elegantes y preciosas con otras más incómodas y violentas que revelan la parte más oscura y agresiva».
De esta manera, Puig-Serra Costa bebe de la autobiografíade una ostra para contar su propia historia, aunque el volumen está más centrado en el proceso de contarlo que no en el abuso en sí mismo. «La ostra contiene todas las capas de las historias, que van envolviendo a su vez la herida. Lo bonito además es que si cortas una perla por la mitad puedes ver todas envolturas. Porque cuando un elemento extraño penetra en la ostra, esta lo va cubriendo hasta convertirlo en la perla que tanto apreciamos. Ahí fue cuando vi que desde este lugar podía contar mi historia de dolor», aclara.
No es la primera vez que la artista retrata su intimidad en un libro fotográfico. Ya lo hizo en Where Mimosa Bloom (Editions du Lic, 2014), que surgió a raíz de la muerte de su madre, a quien quiso rendir homenaje a partir de «objetos personales», así como «retratos de personas importantes de su vida», mezclados con «fotos más personales que tomé para expresar cómo sentía su pérdida». «Tras publicarlo me quedaba la espina de hacer este proyecto, de ser honesta y sincera, de contar una historia que era importante para mí y que nunca le pude explicar. En Anatomy por fin me atreví a hacerlo, con todo lo que eso implicó, con flashes y recuerdos. Tuve que investigar para indagar más en el pasado y entender lo que sucedió», confiesa.
Ahora, está ultimando la conversión de Anatomy en una exposición que se inaugurará en septiembre dentro de la cuarta edición del festival de fotografía PhMuseum Days. Además, avanza que está trabajando en un nuevo libro, relacionado con sus anteriores publicaciones, pero a la vez «completamente diferente». «He estado muy centrada en mí, en lo que pasa en mi interior, así que ahora me apetece mirar fuera, a la naturaleza; preguntarme por qué el cielo es azul y otras cuestiones», concluye.
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