El equipo de ‘Babygirl’, con Nicole Kidman y Antonio Banderas al frente, ayer en la Mostra. Fotos: EFE | Louisa Gouliamaki

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Todo el mundo esconde fantasías o anhelos sexuales que marcan su personalidad. La directora Halina Reijn explora el deseo y el camino de liberación sexual con Nicole Kidman y Antonio Banderas en la película Babygirl, cinta con la que busca el León de Oro de la Mostra de Venecia.

«Este filme habla de deseo, de pensamientos culpables, secretos, matrimonio, verdad, poder, consentimiento. Es una historia sobre una mujer y muy liberadora», celebró en la rueda de prensa Kidman, que regresa a una Mostra en la que debutó con Eyes Wide Shut (1999).

Babygirl, tercera colaboración con la productora A24 de la cineasta neerlandesa tras Instinct (2019) y Bodies Bodies Bodies (2022), es un thriller erótico sobre la relación de sexo entre una poderosa y exitosa empresaria (Kidman) y su becario (Harris Dickinson).

Dominación

De cara a la galería, la directiva mantiene una vida cuadriculada pero en su interior alberga deseos de dominación sexual. Darles rienda suelta pondrá en peligro su propia carrera y su relación con su marido (Antonio Banderas). «Todos tenemos distintos aspectos interiores y una bestia dentro», explicó la realizadora en la presentación tras el estreno.

La película subió ayer el tono de la Mostra con escenas de sexo que rozaban el sadomasoquismo pero Kidman aseguró que durante su rodaje se sintió «protegida». Pero Babygirl también evoca las formas de la masculinidad y su relación con el sexo, planeando sobre conceptos como el control, el poder, la satisfacción o las distintas sensibilidades.

Sobre esas escenas, Antonio Banderas lamentó la especie de censura que impone actualmente la corrección política. «Solía venir a este tipo de festivales, Venecia, Cannes o Berlín, con películas que en nuestros días serían imposibles de hacer, serían muy criticadas por políticamente incorrectas», lamentó el protagonista de filme. Por eso, cuando leyó el guion del filme de la neerlandesa se alegró de comprobar que alguien «piensa diferente» y «se sale de los cánones».

«Somos prisioneros de nuestros instintos, es la naturaleza, la naturaleza no es democracia, no elegimos nacer pero estamos atados a lo que somos», apuntó Banderas.