El actor y dramaturgo Albert Boadella.

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El Rey Juan Carlos es un personaje. Esto no es una exageración, ya que la figura del monarca emérito da para mucho y se podría hablar de él desde el punto de vista cronológico, como personaje del devenir histórico, pero también como uno relativo a la prensa rosa, a las no pocas polémicas que le han rodeado –y rodean–, a los momentos oscuros relacionados con elefantes y concubinas, etcétera. En fin, un personaje. Y eso es lo que es para Els Joglars, la compañía privada más longeva de Europa, que los días 5 y 6 traen al Auditòrium dePalma El rey que fue, un retrato de la figura de Juan Carlos a través de sus luces y sombras, convirtiéndole en un personaje ficticio con un pie –o incluso los dos– en la realidad fáctica. Albert Boadella dirige a Ramón Fontserré para una comedia mayestática.

La obra se titula El rey que fue, pasémoslo al presente, ¿qué es ahora de ese rey?

—Como es público y notorio, este rey tiene en su sumario cosas enormemente importantes. Nos pasó de una dictadura a una democracia, esto nadie lo puede olvidar, pero en el transcurso de los años y debido seguramente a la impunidad de que han gozado en España los mandatarios, no solo él, este hombre derivó hacia aspectos muy negativos. Entre esos dos extremos hacemos un retrato muy preciso, exacto y, sobre todo, bien interpretado. Las sombras y las luces de un hombre sin perder nunca el sentido del humor que da distancia a las cosas y es algo que siempre beneficia a la obra.

¿A Juan Carlos le rodean más luces o más sombras?

—Poniéndome dentro de 50 años, más luces sin duda. Por los hechos objetivos que ha protagonizado en relación a las libertades en España. En la actualidad pesan cosas que han sido muy espectaculares y han tenido una irradiación popular enorme. Pero no podemos dejar de pensar objetivamente sobre este hombre y dejar aparte la patología erótica que tiene que le han hecho derivar a aspectos poco cívicos, pero humanamente comprensibles porque es un hombre y es normal que le gusten, incluso en exceso, las mujeres.

¿Ha dado tiempo a introducir una morcilla en la obra sobre las fotos con Bárbara Rey?

—Sin que sea la misma señora, he de decir que hay una situación parecida en la obra. Le da la razón a la realidad sobre su obsesión con el género femenino, pero no hay que olvidar que la primera obligación de un rey es la de ser un gran procreador. Lo peor que le puede pasar a un rey es no tener hijos porque se acaba la monarquía. Es un defecto comprensible en cierta medida.

Quizá se tomó eso demasiado al pie de la letra, ¿no le parece?

—(risas) sí, quizá, pero no olvidemos a sus antepasados empezando por Luis XIV que tenía a las propias amantes a pan y cuchillo en Versalles. Juan Carlos no ha sido en Versalles, sino en Zarzuela con una construcción pequeña que había al lado.

Pasemos del rey que fue al rey que es ahora, ¿cómo valora la figura de Felipe VI?

—Muy positiva, sorprendentemente porque las posibilidades de la naturaleza no son perfectas y podríamos haber tenido un hombre limitado inteligentemente, pero es todo lo contrario. Es cívico, amable, inteligente y relevante. Le considero una suerte.

¿Y qué opina del comportamiento de Felipe para con su padre?

—No le quedaba más remedio, pero creo que el rey emérito debe poder volver a España con naturalidad. No puede ser que viva y mucho menos que muera exiliado. Sería una mancha muy negra para el actual monarca y creo que debe normalizarse la relación. Los españoles somos muy fieros, pero también muy perdonavidas y misericordiosos y creo que España aceptaría bien una vuelta del Rey Juan Carlos.

No me resisto a preguntarle por Tabarnia, ¿cómo le está yendo como president? ¿Ya ha sido recibido por Sánchez?

—Tabarnia está superada día a día por los acontecimientos. Nos dedicábamos a parodiar lo que ocurría, pero nos dimos cuenta de que era imposible porque a la mañana siguiente ya se había superado. La situación actual es esa y cada día más gorda y nos hemos encontrado con un presidente del Gobierno que les da a estos señores lo que sea y no sabemos ni dónde puede acabar esto.

¿Qué opina de Illa y Sánchez? ¿Cree que pueden cambiar Catalunya?

—Creo que continuaremos a la deriva. Estamos en una sociedad que no cree en nada y hemos perdido los deseos de construcción. Es una sociedad decadente que solo espera prevendas públicas y no creo que Illa lo vaya a parar porque es un mayordomo del señor Sánchez, que pertenece a a lo peor que estamos viviendo que es la falta de creencias. Antes al menos se creía en unas ideologías, que se podían llevar a término de forma peligrosa, pero ahora una gran parte de la generación de Sánchez ya no cree en nada y dice una cosa por la mañana y otra por la tarde. Es un principio de amoralidad y la dignidad, el honor se han perdido y antes creíamos en ello e incluso las practicamos.

¿No cree que cabe la posibilidad de que para esa generación, la de Sánchez, el Rey Juan Carlos fuera precisamente un referente y se defraudaran al verle transgredir todas los valores morales?

—El Rey Juan Carlos transgredió algunos, sí, pero no todos. La diferencia entre Sánchez y Juan Carlos es que el segundo dedicó la mitad de su vida o más a España. Llegó con 10 años, vivió 27 con un dictador y creyó en la continuidad de la monarquía. No digo que después no haya podido pensar que se cobraba ese sacrificio, pero hay media vida de sacrificio. Y de Sánchez no hay nada en su vida que tenga que ver con esto y ni siquiera sabemos si su carrera universitaria es real. Son personajes opuestos.