Para los que no sepan quienes son Kike Babas y la Desbandá, ¿qué se encontrarán hoy encima del escenario?
En general es música popular, música de barrio que parte del rock y toca otros palos que también están en los barrios como la rumba o el punk. Navegamos por ahí y las letras son, generalmente, historias reales, historias de la calle que procuran tener un toque poético. Esa es la idea: no hacerlas de usar y tirar sino que trasciendan más allá de los poros de la piel.
¿Costumbrismo lumpen?
Sí, eso estaría bien. Me gusta la idea. Orgullo barrionalista.
Este concepto se ha puesto de moda en los últimos años.
Bueno, la palabra la inventé yo. La palabra fue inventada en el año 1995 yendo yo de mi casa de toda la vida en el barrio de Hortaleza al bar donde paraba mi pandilla. Iba dándole vueltas al concepto de nacionalismo y me vino esta idea: ‘¡coño! si somos barrionalistas!’. De ahí compuse una canción cuyo estribillo dice ‘me repatean los barrionalismos, ser de Hortaleza o de cualquier sitio’, entre otras mil cosas más. Tardé 10 o 12 años en grabarla. Para ese entonces el término ya era más o menos conocido pero ahora parece haberse perdido en los confines de algo que no sé muy bien qué es.
Usted es de los máximos exponentes del punk poético, dos conceptos que parecerían antagónicos pero que pudiendo dar mucho juego se explotaron poco en España y el mundo. Estoy de acuerdo en que la poética en el punk ha sido un elemento poco aprovechado. En los primeros tiempos, poética como tal, solo Patti Smith. Ni siquiera Johnny Thunders con su pose de y una estampa preciosa para quien le guste la parte más trágica del asunto. Tiene encanto cuando se vive desde fuera pero sus letras no son poesía, aunque es verdad que, con el tiempo todo tiene su poesía.
En junio entrevisté a Manolo Kabezabolo y le pregunté si Manuel Méndez y su alter ego eran la misma persona. Él me contestó: ‘Deberían’. ¿Enrique Suárez y Kike Babas son el mismo?
En mi caso directamente diría que no. Obviamente estoy hablando en metáforas. El Babas es un apodo que me pusieron en el barrio. En aquella época me llevaba muy mal con mi padre. Hubo una ruptura generacional muy brusca y una de las cosas que más detestaba era que me llamasen ‘Babas’. Le ponía enfermo. No se me ocurrió mejor manera que tomarme una revancha vital y generacional y firmar como ‘El Babas’. Por eso decía que no son el mismo. Enrique Suárez es la persona con la que vengo, la que nace con ese nombre, la que bautizaron así y Kike Babas es quien soy; el artista en el que me he convertido. Solo soy Enrique Suárez cuando la policía me para para pedirme la documentación y en otros lugares de burocracia. El valor de lo que te importa
¿A estas alturas de la película como ve el mundo de las sustancias estupefacientes?
Las veo a una distancia prudencial. No totalmente distanciado del uso pero si del abuso. Entonces me parecen algo que ciertamente tienen experiencias muy valorables lo único que me he dado cuenta con los años le hemos dado, empezando por mi y en general la sociedad entera, un mal uso. Una de las partes importantes es la prohibición que impide que haya una cultura y una educación. Hay una cultura de drogas pero está proscrita y deberá haber una educación pero está prohibida. Hay substancias megainteresantes que apenas se usan. Deberían ser un momentito de tocar ciertos cielos y con eso sería más que suficientes. Ahora se hace el bruto. El tiempo y las vueltas al sol me llevan a calmar con cautela para disfrutarlas y tomar una distancia para seguir disfrutando a lo largo del tiempo. Aparte que el uso continuo te impide hacer muchas otras cosas en la vida. Me ha pasado que, como dijo Keith Richards que ‘las drogas me han ido dejando’. Me he dado cuenta que la capacidad que tenía para hacer muchas más cosas. Y es que lo más importante no es que nos sienten mal sino que nos quitan el tiempo, que es lo más importante que tenemos los obreros.
La primera persona que entrevistó fue Robe Iniesta de Extremoduro. ¿Conseguirá alguien hacerle una entrevista en profundidad? ¿Tiene pánico a desnudarse o ya se ha desnudado en sus canciones y no quiere hacerlo en una conversación?
Es probable que sea lo que tu dices. Lo vi el otro día en directo y me llamó la atención el hecho de que entre canción y canción o no habla o recita un poema. No dice nada más.
¿Tiene miedo?
No sé si tiene miedo o es ese ‘algo’ tan puro en los muy músicos de: ‘con la canción debería bastar’. ¿Qué más da la persona que hay detrás? No nos saciemos con el amarillismo. ‘Quédate con lo que yo te quiero contar y lo único que te quiero contar está en estos seis minutos de canción’. Creo que él realmente no lo necesita y si algún día le apetece… pero no lo creo.
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