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Guillem Frontera fue un magnífico escritor de novelas, columnista de prensa y entendido en arte, pero yo destacaría de él que tocaba con los pies en el suelo. Y digo esto porque fue un gran compañero de trabajo en la Gran Enciclopèdia de Mallorca, en Diari de Balears, en Ultima Hora y en un sinfín de proyectos editoriales y artísticos del Grup Serra.

Focalizaba las situaciones con criterio y las resolvía con precisión. Yo nunca le cogí con el pie cambiado, ni tampoco una pregunta mía le vino de nuevo. Siempre estaba ahí, anticipándose y bien informado sobre el mundo que nos rodeaba. Aportó ideas que Pere A. Serra, nuestro antiguo presidente-editor, supo valorar y, lo más importante, Guillem supo ejecutar. También ayudó a fijar posiciones periodísticas con habilidad y conocimiento. Él nos hizo transitar por el mundo de la cultura de la Isla, que es complejo y a veces pantanoso. Y supo ser crítico.

Su punto de escepticismo, su suave ironía, fueron un estímulo para redactar informaciones solventes y bien documentadas. Yo tenía la impresión de que Guillem siempre me iba por delante en todo y, lo peor, que nunca podría atraparle. Sabía demasiado, había vivido demasiado, había leído demasiado, había visto demasiado. Era un excelente amigo y consejero, lo que acentúa hasta el dolor esa pérdida irreparable. Sí, se ha ido alguien que fue partícipe de la cultura de Mallorca desde la primera línea de fuego y que nunca se escondió; alguien realmente importante a quien el Grup Serra debe mucho, tal vez demasiado.