El docente y crítico Carles Cabrera posó en Palma para esta entrevista. | Jaume Morey

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El docente de la Universitat de les Illes Balears (UIB) y crítico Carles Cabrera se aproxima por primera vez, desde el ámbito científico, a la obra del conocido actor y dramaturgo Xesc Forteza. Fruto de sus investigaciones, Cabrera dictó una conferencia en diciembre, dentro del año dedicado al autor de Ca ses monges. Las conclusiones de la misma se podrán leer en un artículo académico que está preparando y que se publicará en breve en una revista especializada.

¿Cuándo nace su interés por la figura y por el teatro de Xesc Forteza?
—Es un autor que no se trabajó, pese a que fue muy famoso en vida. Yo lo conocía, claro, de ver sus obras en televisión, especialmente Majòrica, su pieza más famosa. En mi primer libro, la biografía del dramaturgo Alexandre Ballester, aparece mencionado Xesc, ya que algo se trataron. Al final, son dramaturgos de la misma generación, que coincidieron en Artis, la compañía de teatro mallorquina que trabajó a lo largo de prácticamente todo el franquismo. Xesc Forteza comienza a actuar de niño y después da el salto fundando su compañía de teatro profesional en 1967, la que llevará su nombre por los pueblos y barrios de las Islas.

La compañía que menciona, Artis, en la época que actuó Xesc Forteza, es muy importante para entender el contexto del teatro catalán en Mallorca, ¿no es así?
—Sí. Antes, durante la República, la compañía Catina-Estelrich montó obras en catalán: se conocía como ‘comedia mallorquina’. Durante los primeros años del franquismo no se pudo usar el catalán, pero a partir de mediados de los años 40 y coincidiendo con el final de la Segunda Guerra Mundial, comienza la andadura de la nueva compañía, que monta obras en la lengua propia de las Islas con el actor Juanito Valls como primera figura.

¿Qué importancia tiene Xesc Forteza en la recuperación del teatro en catalán?
—Mucha. Fue un autor que conectó muy bien con el público. En el prólogo de sus obras completas, editadas por Trui en diez tomos, dice que espera que sus piezas sean interesantes dentro de cien años por su valor lingüístico. Ahora se puede decir que, pese a que han transcurrido solo 25, es verdad que tiene interés su uso del lenguaje, que es una mezcla de un catalán muy pulcro junto a construcciones y palabras más populares y el uso de bastantes castellanismos. Xesc no quería un lenguaje que se apartase de la gente de la calle. Otro de los intereses que tiene es el sociológico. Es un teatro completamente en catalán en unos momentos muy difíciles, como son la segunda mitad de los cuarenta y los cincuenta.

¿Hay muchos dramaturgos olvidados de la misma generación que Xesc Forteza?
—Te diría que todos. Autores como Antoni Mus o Joan Mas ahora mismo no se representan. Son dramaturgos que tienen su interés, ya que renovaron, en algunos casos, el teatro que se montaba en la isla. O incluso nombres anteriores, como Miquel Puigserver, Gabriel Cortès o Tous i Maroto. Nos dedicamos, últimamente, a adaptar obras de narrativa, que es algo que se puede hacer y está muy bien, pero no debemos olvidarnos que tenemos a esos dramaturgos, que están olvidados y son interesantes. Pienso en La pesta, por ejemplo, de Pere Capellà, que es una obra estupenda y muy potente.

¿Como valora el Any Xesc Forteza?
—Me gustó mucho el montaje de Ca ses monges. El papel más difícil era el del protagonista, ya que se enfrentaba al que encarnaba en su día el propio Xesc Forteza. En el teatro de gag y de ‘hombre-orquesta’ que era lo que él hacía, existe un amplio margen para la improvisación. Mi conferencia fue un intento de aportar una visión académica a la obra de un autor. Xesc Forteza nos enseñó a reírnos de nosotros mismos.