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El negocio del vino está en auge. El número de bodegas se ha multiplicado en los últimos años, crece también la superficie de hectáreas cultivadas de viña, se incrementa la producción y la facturación no deja de aumentar. Las empresas vitivinícolas han capeado la crisis sin grandes problemas, aunque el futuro más inmediato presenta algunas incógnitas. La mayor dificultad es saber si el mercado podrá absorber la producción de las nuevas bodegas, algunas de gran tamaño, que están ahora en proceso de construcción. El vino está de moda.

Un exceso de producción podría conllevar una mortal reducción de precios y una disminución de la calidad. Hoy, los vinos insulares son conocidos por su magnífica relación entre calidad y precio.

El primero y más importante de los requisitos para elaborar vino de calidad es contar con buenas viñas. Requieren un cuidado constante y especial esmero en el momento de la vendimia. Después, el trabajo bien hecho y la paciencia, además de muchos otros factores, son decisivos para que el producto sea de calidad.

Las posibilidades de crecimiento del vino de Balears son casi infinitas, puesto que de los 70 millones de botellas que se venden cada año, poco más del 10% son de producción isleña. Andreu Oliver, presidente de l’Associació de Petits Cellers y uno de los propietarios de Vins Can Majoral, tiene claras las opciones de crecimiento. “El porcentaje de venta de vinos mallorquines es reducido. Hay un gran potencial de mejora”, argumenta.

Balears produce vinos para todos los gustos y bolsillos. Generalizar es siempre peligroso, pero la inmensa mayoría de bodegas apuesta por ofrecer un vino singular, diferente, con personalidad. Y de calidad, como requisito indispensable. Con este objetivo es habitual que los productores utilicen las variedades propias de viña que solo existen en Mallorca -premsal blanc, manto negro, gorgollassa y callet-.

Ramon Servalls, director general de Macià Batle, la bodega de mayor producción de las Illes Balears, apuesta por un producto único. “Australia o Francia, por ejemplo, producen vino con viña chardonnay. En Balears, intentamos elaborar un producto propio. Potenciamos que nuestro producto sea diferente”, asegura.

En las Illes Balears hay dos denominaciones de origen (Binissalem y Pla i Llevant), que cohabitan con seis indicaciones geográficas protegidas. Son los denominados vinos de la tierra (Illes Balears, Mallorca, Serra de Tramuntana, Eivissa, Illa de Menorca y Formentera).

La teoría dice que los vinos con Denominación de Origen (DO) son mejores que los denominados Vinos de la Tierra (VT). La realidad es diferente en las Illes Balears. De hecho, el pasado año el VT Mallorca se comercializó a más alto precio que los de DO. Es un efecto más del turismo. Los aficionados a la enología conocen perfectamente la existencia de las denominaciones de origen Binissalem y Pla i Llevant, pero la inmensa mayoría de turistas están encantados de consumir o comprar un vino propio del lugar que visitan. La marca ‘Mallorca’ es la que se está imponiendo.

Servalls apuesta por aprovechar la fuerza de ‘Mallorca’. “Cada día está más claro que el nombre con más fuerza a la hora de comercializar cualquier producto, también el vino, es Mallorca. Sería más lógico centralizar todos los esfuerzos en una sola denominación de origen, que se llamara Mallorca. Habría, además, una libre circulación de viña en la isla”, explica Servalls.

Oliver también considera que la situación ideal sería la existencia de una sola DO, aunque reconoce las enormes dificultades existentes. “Claro que sería deseable que existiera una sola DO y menos indicaciones geográficas, pero será muy complicado conseguirlo”, manifiesta.

En todo caso, el director general de Macià Batle reconoce que no existe unanimidad en el sector. La tendencia es clara, puesto que durante 2012 la producción de vino con DO descendió, tanto en Binissalem (-1,95%) como en Pla i Llevant (-3,55%), mientras que el VT Mallorca subió de forma importante (5,93%). De esta manera, el VT Mallorca es ya el de mayor producción (14.743,61 hl. y el 36,7%) por delante de la DO Binissalem (12.955,84 hl. y 32,3%) y Pla i Llevant (9.957,60 hl. y 24,8%).

Las cifras de producción y comercialización reabren el debate sobre la necesidad de crear una sola Denominación de Origen en Mallorca que aglutine las dos existentes en la actualidad.

INCREMENTO. La producción de vino ha crecido en los tres últimos años. En 2009 -un mal año-, la producción de las bodegas de Balears fue de 32.123,95 hl. El ascenso fue espectacular en 2010, puesto que alcanzó los 38.295,18 hl. En 2011, la producción llegó a los 39.771,29 hl, y el pasado año fue de 40.166,08 hl. La producción de tinto es mayoritaria y en 2012 superó el 58%. El vino blanco supuso el 27%, mientras que el rosado se quedó en poco más del 14%. Algunas bodegas elaboran también vi dolç y cava, aunque la producción es puramente testimonial.

COMERCIALIZACIÓN. En términos económicos, el sector facturó un total de 24.983.665 euros en 2012, con un incremento del 2,6% respecto el año anterior. El VT Mallorca fue el más vendido, con una facturación de 9.951.603 euros. A continuación, nos encontramos la DO Binissalem (7.861.205 euros), DO Pla i Llevant (5.375.500 euros), VT Eivissa (594.137 euros), VT Illa de Menorca (458.277 euros), VT Illes Balears (350.694 euros), VT Serra de Tramuntana (206.848 euros) y VT Formentera (185.401 euros).

El principal mercado del vino balear son, precisamente, las propias Illes Balears, puesto que el 80% total de la producción se vende en la comunidad. Los países de la Unión Europea suponen el 15% de las ventas, mientras que otros destinos alcanzan el 4%. El mercado europeo se incrementó un 18,3%, alcanzando los 5.815 hl.

Curiosamente, las ventas a otros lugares del Estado español se limitaron a 447hl, lo que supone el 1% del total. La simbólica venta de vino en España se debe a las dificultades de penetración en un mercado que también es productor. Es mucho más sencillo entrar en países que no producen vino y que, no obstante, conocen la marca Mallorca.

En cuanto a los países de comercialización, el 52% de las ventas en el extranjero se producen en Alemania. Un 16% son en Suiza y un 3% en Estados Unidos. La importancia de la exportación aumenta de forma paulatina y para las grandes bodegas de Balears es ya vital.

Comercializar el producto no es trabajo fácil. La competencia entre las propias bodegas es feroz, pero en los últimos años se han dado pasos muy importantes. De hecho, no hace tanto tiempo que era muy poco habitual que los restaurantes tuvieran en su carta vinos mallorquines. Hoy, esta circunstancia ha variado de forma notable y son mayoría los empresarios de restauración que apuestan por tener varios caldos de Balears. Además, la visión de los consumidores respecto a los vinos de aquí ha variado. Ahora, la inmensa mayoría de ciudadanos es consciente de la buena calidad de los caldos elaborados en la comunidad. Llegar a las grandes superficies no es fácil. Son coto privado de las bodegas con una mayor producción, puesto que las distribuidoras más potentes reducen los márgenes de beneficios.

TURISMO ENOLÓGICO. El sector del vino es consciente de la importancia capital del turismo. Por un lado hay que tener en cuenta el turismo estrictamente enológico, de amantes del vino que visitan Balears para conocer los productos que aquí se elaboran. Se trata de un turismo residual, aún poco importante desde el punto de vista numérico, pero de gran trascendencia para el sector puesto que llega con el vino como principal justificación de su visita. Además, las bodegas de Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera tienen el valor añadido de los miles de turistas que visitan Balears cada año. “Muchos turistas quieren problar un plato típico de Mallorca, Menorca, Eivissa o Formentera y también un buen vino de la tierra que visitan”, afirma el director general de Macià Batle, que asegura que sus bodegas tienen unos 30.000 visitantes cada año.

En este sentido, cada día son más los empresarios del vino que tienen preparadas sus bodegas para recibir turistas y que incluso disponen de material escrito y audiovisual para los visitantes. Un buen producto es esencial, pero para subsistir no siempre es suficiente.