Josep Oliver tiene decidido abandonar la presidencia de la CAEB. | M. Joy

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El veterano Josep Oliver deja la presidencia de la CAEB. Ya frisa los ochenta años y lleva dos décadas en el cargo, que abandonará durante el primer trimestre de 2014, cuando se celebren elecciones. Llegó de la mano de los hoteleros cuando presidía el Govern Gabriel Cañellas. Pero, con los años, Oliver fue apoyándose en otros muchos colectivos empresariales, vivió los tiempos de las ayudas europeas para los agentes sociales, siempre fue contemporizador con el poder de turno, fuese de derechas o de izquierdas, y consolidó una organización plagada de objetivos, compromisos y burocracia. Una CAEB insostenible hoy en día, cuando se ha acabado el maná de Bruselas para los cursos de formación y, cuando a excepción de la potente estructura hotelera, el resto del tejido productivo balear atraviesa una crisis enorme.

Oliver ha basado buena parte de su poder dentro de la CAEB en la confianza que ha depositado en su gerente, Isabel Guitart, también una veterana que proviene de los tiempos del cañellismo. Los críticos de la gestión Oliver-Guitart insisten en la “opacidad” de su trayectoria. “Aunque se ha pedido en repetidas ocasiones ha sido imposible saber qué sueldo perciben tanto uno como otro”, comenta un hotelero. Pero Oliver tiene también muchos partidarios que defienden su gestión. “Con él, Balears ha tenido paz social y una gran sintonía con los sindicatos. La CAEB ha ofrecido mucha rentabilidad social estos años”.

El actual presidente ha sabido reforzarse. Hotelero en sus orígenes, como líder empresarial ha abierto la CAEB a pequeñas patronales sectoriales que a la postre han reforzado su poder. Pero los hoteleros y las organizaciones más fuertes quieren ahora el cambio. Este deseo de una CAEB más combativa al lado de los emprendedores comenzó a gestarse durante esta legislatura, en el momento en el que José Ramón Bauzá anunció una importante subida de impuestos (grandes superficies, envases, rent a car...) que afectaban de lleno al seno de la CAEB. Oliver se quejó, pero no plantó cara al Govern Bauzá de manera frontal y directa. “Sería la edad, pero en aquel momento necesitábamos más empuje”, afirma un empresario ligado a la CAEB. Más de cincuenta empresarios y dirigentes sectoriales se presentaron en el Parlament un martes de pleno de la pasada primavera y forzaron a Bauzá a dar marcha atrás. Oliver no hizo acto de presencia. Los tiempos comenzaban a cambiar.

Con Oliver ya a las puertas del retiro, los hoteleros buscan un candidato para sucederle. Hay dos perfiles, el de un emprendedor conocido y consolidado como tal, elección difícil porque una persona que reúna estas características difícilmente aceptará “meterse en este berenjenal”, o el de un ejecutivo, perfil Aurelio Vázquez, actual presidente de la Federación Hotelera y hombre proviniente de Iberostar. Asociaciones como la de restauración, presidida por Pilar Carbonell, o como la de los rent a car, encabezada por Ramón Reus, entre otras, verían con muy buenos ojos la primera de las opciones, y desde esta perspectiva el consenso es más que posible.

UNA NUEVA CAEB. Otro punto importante es lo que quiere José Ramón Bauzá. El presidente ya ha hecho saber a su entorno del Consolat (y también del PP) que le gustaría una “nueva” CAEB, mucho más ligera de equipaje en cuanto a presupuestos y a dependencia económica del Govern, centrada en la defensa de los intereses empresariales y mucho más desligada de “lastres” como pueden ser los cursos de formación. A Bauzá le gustaría una organización empresarial que no se saliese de los márgenes que le corresponden pero sí muy activa y contundente dentro de estos márgenes.

Es evidente que Oliver, que mantuvo muy buenas relaciones con los dos gobiernos del Pacte de Progrés (1999-2003 y 2007-2011), ha desarrollado una gestión poco ideologizada y centrada, de puertas para adentro, en fortalecerse como estructura. Tal vez Bauzá desee una organización mucho más próxima a los postulados teóricos del PP. Parece como si Bauzá buscase más aplausos y apoyo incondicional que consensos.

Durante los gobiernos de Antich funcionó a la perfección la Mesa del Diálogo Social. No ha pasado lo mismo con Bauzá, que empezó por eliminar las dietas que percibían los participantes (dirigentes empresariales y sindicatos). También el actual Govern reclama a la CAEB que le justifique más de un millón de euros en cursos de formación que, al parecer, no han sido del todo documentados. Esa exigencia sería “impensable” en tiempos de Antich, que valoraba mucho el consenso social y transmitirlo a la sociedad.

¿Y EL DIÁLOGO? Se acercan nuevos tiempos para la CAEB. Habrá presidente hotelero y el Consolat moverá los hilos pertinentes para que el designado sea de su gusto. Pero una pregunta se impone: ¿Sin Oliver, se romperá también el diálogo con los sindicatos? ¿Vienen tiempos de confrontación abierta con los trabajadores?. Lo único seguro es que a Bauzá le gusta más el choque que el juego de esgrima, como ha demostrado con los conflictos en Sanidad y Educación.

El hueco que deja Oliver será mucho más difícil de cubrir de lo que muchos creen, sobre todo porque la crisis continúa y no se han acabado, ni mucho menos, los tiempos oscuros.