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2014 fue un año excelente para las bolsas americanas. El índice general S&P 500 tuvo una revalorización del 11,39%, cerrando no solo casi en máximos históricos sino a más de un 30% de los que marcó en 2007. Mientras, el tecnológico Nasdaq subió un 13,40% alejado de máximos históricos, ya que los niveles alcanzados en la burbuja tecnológica serán difíciles de recuperar, pero sí que supera en un 90% los precios de 2007. También hay que añadir la revalorización del dólar respecto al euro, que superó el 11% el año pasado, con lo que los inversores que tuvieron en cartera acciones americanas sin proteger la divisa obtuvieron una rentabilidad adicional muy jugosa.

Lo fundamental es prever qué pasará en el futuro: llevamos ya algunas semanas con unos movimientos de lateralidad de los principales índices norteamericanos. Por un lado no acaban de continuar con la tendencia alcista de años anteriores, pero por otro tampoco pierden soportes, por lo que no se detecta un cambio de tendencia.

Hay tres factores más que hacen todavía ser optimistas: siguen presentándose resultados empresariales por encima de las expectativas, la confianza del inversor minorista está lejos de niveles de euforia (sería una señal bajista) y la eliminación del QE, que además se hizo de forma progresiva durante todo 2014 (y parte de 2013) no ha quitado atractivo a las bolsas.

Por lo que respecta al dólar: cierto es que tras la fuerte depreciación del euro, los expertos en macroeconomía empiezan a ver un dólar caro. Sin embargo, las políticas monetarias de la zona euro y de EEUU parece que siguen en esa dirección.

Parece que la opción más razonable sigue siendo mantener bolsa americana en cartera (entre un 10 y un 20%), todavía sin proteger divisa, y vigilando los soportes tanto del S&P como del Nasdaq, cuyos primeros niveles podrían ser los 2.000 y los 4.100 puntos respectivamente, así como del cambio euro/dólar (1,17).