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Desesperados, desencantados, indignados, así está una gran parte de la población europea de los países del sur después de cinco años de recesión y de las políticas que han tomado los gobiernos durante ese periodo. Al nivel emocional hemos presenciado verdaderos actos de crueldad como los desahucios de niños y ancianos de sus viviendas con gran violencia, mientras los corruptos de la banca, la empresa o la política entran y salen de los juzgados o de la cárcel con trato esquisito. Hemos visto instituciones antes respetadas como las cajas de ahorro y los bancos engañando a los pequeños ahorradores, muchos ya jubilados, con las preferentes, mientras directivos y consejeros se blindaban sus altos salarios y jubilaciones y obtenían ingresos extraordinarios opacos con las tarjetas black. Gobernantes que devaluaban los salarios de los que menos ganan y aplicaban políticas de recortes en desempleo, sanidad, educación y servicios sociales, y que por otro lado ingresaban sobres en B y financiaban sus partidos con las aportaciones de empresarios que eran favorecidos en contratos y obras públicas. Las reglas del juego beneficiaban a unos pocos y perjudicaban a la mayoría. Lo que unos ganan y roban es a costa de los otros.Unos años antes cuando España entró en el euro y crecía a una media del 3-4% anual, todos tenían la sensación de ganar, aunque unos más que otros, el desempleo era bajo y las oportunidades elevadas. Las reglas del juego eran positivas para casi todos, aunque estaban en gran parte basadas en la burbuja inmobiliaria.

A escala de los países que forman la Unión Europea, la crisis rompió también el sentido de que la Unión era beneficiosa para todos. Europa se dividió en países acreedores y países deudores.Entre los países deudores están España y Grecia, y los acreedores impusieron su criterio con una política de austeridad en medio de la recesión. Se terminó la empatía entre los pueblos de Europa y la posibilidad de negociar para ganar todos. Según una encuesta del instituto INSA, solo el 21% de los alemanes respalda la prórroga financiera recién aprobada a Grecia. España ha tenido una doble recesión, la primera en 2009 (caída del PIB en -3,8%) fue dura, inevitable y general en Europa y EEUU pero las políticas impuestas por Alemania y aceptadas por el gobierno llevaron a una segunda recesión (-1,6%) en 2012. De 2009 a 2014 los índices económicos y sociales se han degradado, la bolsa ha caído por dos veces a la mitad, nos hemos convertido en el país más desigual de la Unión, la pobreza se ha multiplicado y el índice de seguridad en la jubilación se ha desplomado. La política de austeridad no ha generado crecimiento económico, no ha aumentado la productividad, solo ha empobrecido a la población.

Las reglas del juego han perjudicado a los países del sur de Europa, y una serie de movimientos y nuevos partidos han surgido. Merkel ha creado con sus políticas a Podemos, Syriza, Movimiento 5 Estrellas, etc. Son movimientos emocionales que han generado esperanza, ilusión en una democracia más participativa, y también dudas sobre su capacidad e ideas para liderar este cambio. La Europa germanizada intentará domesticarlos o destruirlos. En este momento histórico en que Europa pierde relevancia frente a otras potencias, se necesita un nuevo liderazgo, una respuesta que no sea solo emocional, un New Deal, un Plan Marshall para el crecimiento económico centrado en la ciencia, la formación y la innovación, que facilite el cambio de modelo económico del siglo pasado al del Siglo del Conocimiento dentro de una Europa que tenga de nuevo unas reglas del juego buenas para todos.