Como cualquier año electoral, el gobierno de la administración pública correspondiente ve la botella medio llena y los partidos de la oposición medio vacía, en relación a la situación económica. Las elecciones andaluzas han sido el primer ejemplo. Es lo que marcan los cánones del marketing político. En materia económica, el gobierno debe cantar sus excelencias y la oposición, a medida que va cantando, las va acallando o tumbando. No hay reconocimiento del buen hacer del contrario. Qué pena, ya que si este reconocimiento recíproco se hiciese, la percepción ciudadana de su credibilidad y de su honestidad (valores hoy deteriorados) aumentaría.
¿Quién tiene razón sobre la situación económica? Los optimistas o los pesimistas. Pues depende. Está claro que con las cifras que manejamos los economistas tenemos que concluir que hay razones a favor de unos y de los otros.
A los que ven la botella medio llena, les podemos dar la razón porque: a) desde la segunda mitad de 2013, España ha encadenado seis trimestres seguidos de crecimiento trimestral del PIB, y en cinco de ellos se produjo ya un crecimiento neto de empleo, en términos desestacionalizados, b) en un primer momento la recuperación se basó en un crecimiento de las exportaciones netas –superávit en la balanza por cuenta corriente–, pero desde finales de 2013 ha tomado el relevo la demanda interna, por el consumo de las familias y la inversión privada en bienes de equipo. Junto a un clima de mayor confianza y al retorno de la financiación bancaria, y c) las perspectivas pueden seguir siendo favorables porque el viento sopla a favor, a saber –la caída del precio de petróleo- donde se estima una caída media entre los ejercicios 2014 y 2015 medida en euros del 25%, la depreciación del euro frente al dólar (por lo tanto, efecto favorable sobre el comercio y el turismo), la rebaja del IRPF eleva la renta disponible de las familias y el incremento del crédito bancario a familias y empresas que tiene visos de seguir aumentando.
Los que ven la botella medio vacía, argumentan que: a) el sector público no deja de aumentar su deuda pública que ronda el 100% del PIB debido al déficit presupuestario que no se corrige, b) el paro sigue situado en un 24%, y el paro juvenil algo ha mejorado pero es insostenible. Para quienes han conseguido empleo, este es a tiempo parcial, temporal y de bajos salarios. Desde el inicio de la crisis hasta el inicio de la recuperación, España perdió, en términos acumulados, un 8% del PIB y 3,6 millones de empleos, y de ellos hemos recuperado solo 2 puntos del PIB y 450.000 empleos. Es necesario dos o tres años para volver al nivel del PIB anterior a la crisis, c) la recesión se ha “toreado” al resolver el problema del sistema financiero, gracias a un esfuerzo muy importante y muy mal repartido. Las medidas de austeridad han perjudicado a la parte más débil de la población y esto lleva a que el riesgo de pobreza haya subido hasta el 27% de la población, y el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, se ha incrementado en cuatro puntos.
Está claro que las cifras y los datos muestran una situación mejor que hace un tiempo, pero no es excelente o buena y aún menos estable, dado que parte de las bases de la mejora (precio del petróleo, tipo de cambio euro-dólar, tipos de interés bajísimos) no dependen de nosotros.
Por lo tanto no está la botella ni medio llena ni medio vacía. Empezamos a rellenar la botella poquito a poco pero aún está bastante vacía y a mucha gente no le alcanza ni para un sorbo.
Además esta vez podríamos rellenar la botella de buen vino, ¡no de piedras y ladrillos!
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