Pepe Galiana lleva junto a su hermano Javi el negocio de avenida Santa Eulària en la actualidad.

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Raro, por no decir casi imposible, es que exista algún residente de Eivissa y Formentera que no haya probado en algún momento de su vida un helado de Los Valencianos. María y Joan, y Pepe y Edelmira son los dos matrimonios de Jijona (Alicante) que abrieron la empresa en 1933, un año importante para la isla pues se abrieron los hoteles Montesol (que ya no existe), el hotel Buenavista o el Portmany. En sus inicios, la heladería ofrecía seis variedades, cifra que se ha incrementado hasta las más de 60 que venden en la actualidad. Los hermanos Javi y Pepe Galiana Teixidor son la tercera generación y hoy en día están al mando de este negocio. Eso sí, cuentan con el apoyo de sus padres, María Antonia y José. “Tengo cuatro hijos. Todos han estudiado en Valencia y cuando venían en verano les ponía detrás del mostrador a servir para que no se fueran de ‘discotequeo'”, recuerda con cariño Maria Antonia.

RELEVO. Pepe es el mayor de los hermanos y sus recuerdos de infancia están vinculados al helado: “A lo mejor nos íbamos a jugar y veníamos a tomar un helado más tarde. Hemos vivido siempre en este ambiente; siempre teníamos a mano los helados, pero en mi caso ni soy muy goloso ni les he cogido manía”, explica Pepe, quien asegura que pese al incremento de las variedades de helado, los que más se venden son los sabores tradicionales. “Nata, turrón, fresa o chocolate se venden muchísimo; los sabores de siempre se venden y conservan el producto natural y esto se nota”.

¿Y cuál es el secreto para que un helado triunfe durante tantos años? “La materia prima tiene que ser de primera calidad, muy buena. Y hay que conservar el método tradicional”, afirma Pepe, quien recuerda que la base del helado de crema es la leche, mientras que el sorbete se sustenta principalmente en agua. También es fundamental atender las sugerencias de los clientes: “La gente es la que te pregunta, te sugiere nuevos sabores y los vas incorporando”.

Los hermanos Pepe y Javi afrontan con ilusión el estar al frente del negocio familiar, pues consideran que es “nuestra forma de vida, lo ha sido siempre. Nos dedicamos exclusivamente a esto”. Durante el invierno se dedican a asistir a cursos de formación sobre aspectos como alérgenos e intolerancias alimenticias. “En la actualidad hay muchas intolerancias alimenticias y hay que estar al día en todas estas cuestiones; todos los helados tienen unos iconos que reflejan su composición. En invierno asistimos a cursos y vigilamos el mantenimiento de la maquinaria para que todo funcione bien de cara al verano”, precisa Pepe. Ambos hermanos reconocen que el relevo generacional no es fácil. “La transición de generación en generación siempre es complicada, pero lo importante es seguir con la metodología de trabajo que siguieron los abuelos y mis padres”, explica Pepe. Sus padres les han transmitido, además, que una buena atención al público es “primordial”. “Hay gente que hace colas para comprar los helados y hay que tener paciencia. Antes cuando había cinco o seis tipos de helado, la gente no dudaba tanto, pero ahora hay más de 60 y esto se nota en el tiempo que tardan en pedir”, explican estos empresarios.

TEMPORADAS. Esta mítica heladería de Vila, ubicada en Avenida Santa Eulària, abre la temporada de verano y si bien algunos años han sopesado abrir también durante el invierno tienen claro que la isla “no está adaptada para tener turismo también en invierno; además cae muchísimo la afluencia de turistas”.

Pero, ¿cuál es la fórmula para mantener un negocio tan especializado durante tantos años? María Antonia tiene claro que lo fundamental es tener “mucha paciencia y no desfallecer; seguir al pie del cañón. Ha habido años muy buenos y otros no tanto, pero la clave es aguantar. Antes de esta crisis vivimos años muy buenos y esto provocó que lo estamos notando más durante estos últimos años”.

A la delicada situación económica hay que sumar el auge de la venta de helados en casi cualquier establecimiento comerciaal que no es una heladería en toda la isla y en especial en la zona del puerto de Vila, “incluso en tiendas de ropa o en carritos puestos en la calle”, explican. Y añaden que los datos de recuperación económica no se están viendo en los resultados de este negocio. “Leemos la prensa y vemos que los hoteles están a tope, que llegan cada vez más turistas, pero aquí no lo estamos notando. Si ha habido tanta gente no sabemos dónde se han metido”, explican los propietarios de Los Valencianos, quienes agradecen la confianza y fidelidad de los clientes residentes en Eivissa. “Antes venían muchas más familias de vacaciones y ahora son más jóvenes que vienen solamente a las discotecas. Sigue habiendo gente que busca lo bueno, pero hay otras personas que se conforman con que esté fresquet i dolcet”, explica Pepe.

MODERNIZACIÓN. Con el paso de los años, el método de elaboración de los helados se sigue manteniendo pero la innovación de las máquinas ha facilitado muchísimo el trabajo. “Ahora con las máquinas se tarda mucho menos, pero hay que seguir más pasos. Antes, por ejemplo, no había luz suficiente. Ahora es todo mucho más cómodo, pero también, a la vez, complejo. Hay que preparar el mix, que está formado por la leche con ingredientes como el azúcar o fructosa y el cacao, los frutos secos o frutas. Luego pasa a la máquina pasteurizadora, de ahí a la mantecadora y de ahí a la cámara de frío fuerte porque cuando sale la crema no está lo suficientemente fría”, concluye María Antonia.