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Vimos la semana pasada que agosto no tiene por qué ser un mes para estar desinvertidos y, simplemente, hay que seguir una estrategia de inversión predeterminada. En ella debe haber niveles de bajadas máximas que se pueden asumir, y objetivos alcanzables, estos últimos sin tener por qué suponer una orden de venta inmediata ya que si se superan dan más rentabilidad al inversor.

Para el caso de nuestro IBEX35, sin lugar a dudas los 11.200/11.000 están siendo un gran soporte, igual que durante 2015 fue una resistencia insuperable; ni siquiera el peor momento de la crisis griega supuso un cierre semanal más allá del 3% por debajo de los 11.000. Es decir, inversores a largo plazo que tuvieran marcado este soporte no deberían haber vendido, sí los que tenían una estrategia más a corto plazo, lo cual es mucho más complicado como demuestra este caso. Por arriba, hay tres puntos relativamente cercanos entre sí: los 11.800 (máximo de 2015); los 12.000 (número redondo) y los 12.200 (máximo desde 2010 y nivel de retroceso relevante de toda la caída sufrida entre 2008 y 2012) convierten este rango en una resistencia, especialmente en la parte alta que puede costar superar, pero en caso de hacerlo podría disparar la cotización rápidamente.

El DAX alemán aguantó mucho mejor, si cabe, su soporte de 10.870 que da mucha fiabilidad; y sus máximos de 2015, que también son máximos históricos situados algo por debajo de 12.400, son el objetivo a alcanzar.

En el EuroStoxx podemos ver dos soportes relativamente cercanos: los 3.500 y los 3.420; este último aguantó a cierre semanal todos los movimientos de la crisis griega. Como objetivo ambicioso pero realista se puede buscar el rango entre 3.800 y 3.900.
De todo esto, la parte más importante es respetar los soportes, esperando consolidación por debajo de los mismos.