Esta pregunta planea en el aire tras las recientes elecciones municipales y autonómicas. La necesidad de limitar o no el número de turistas es una de las preguntas más habituales entre los estudiosos del turismo y responde al concepto de capacidad de carga.
Tal y como la Organización Mundial del Turismo la define, la capacidad de carga como: “el número máximo de personas que pueden visitar un destino al mismo tiempo sin que se produzca un deterioro inaceptable de su medio físico, económico o sociocultural ni una disminución inaceptable de la calidad de la experiencia vivida por sus visitantes”. Esta definición tiene varias implicaciones; En primer lugar, al igual que en los ecosistemas biológicos existe un numero máximo de especímenes (turistas) para cada ecosistema. Dicho de otra forma, no podemos tener un número infinito de animales pastando en un prado, si superamos un determinado número la velocidad en que éstos devoran la hierba superará su capacidad de regeneración y cuando esto ocurra morirán todos los animales de hambre. Por tanto, existe un número máximo de animales para cada prado.
Al igual que en un prado, en un destino el exceso de visitantes genera un problema de congestión y llega un momento en que los visitantes se sienten agobiados o incómodos por el exceso de personas. En ese punto el destino habrá “muerto de éxito” o como decía Plog los destinos a medida que crecen siembran las semillas de su fatal destino. El problema de la capacidad de carga es mucho más complejo, existe una casi unanimidad en que es imposible calcular su valor al depender de múltiples variables (tipo de producto, cliente, diferencia culturales, innovaciones, etc.).
La aplicación de innovaciones y la gestión turística mediante la diversificación de productos, limitaciones de acceso u horarios son también muy importantes al atenuar los problemas de congestión aumentado la capacidad de carga. Sin embargo, hay que ser consciente de que hay un límite difuso que no se debe superar.
El segundo gran problema es como limitar la llegada de turistas. Lo más habitual es limitar el número de plazas o habitaciones lo que se denomina poner un estándar o limitación cuantitativa en el destino. Sin embargo, esto otorga una renta de monopolio a los que ya tienen un establecimiento en el destino ya que no tendrán nueva competencia. La segunda vía es un impuesto medioambiental o pigouviano que retraiga la demanda hasta un nivel más sostenible. El impuesto limita al mercado al encarecer el producto y permite apropiarse de parte de la renta monopolista del propietario de las plazas hoteleras pero el destino pierde competitividad.
En Balears, los hoteleros ya pagan un impuesto de acceso ya que la Ley General Turística actual entre otros requisitos les obliga a comprar las camas o plazas obsoletas para construir nuevas plazas. En principio, el número de turistas está limitado por el número de camas existentes y el hotelero a parte de comprarlas debe cumplir con toda una serie de requisitos de calidad que encarecen su producto y mejoran la competitividad global del destino. Y en este punto se abren muchas dilemas; ¿Cuál es el mejor instrumento para evitar el exceso de llegadas? ¿Un estándar, un impuesto pigouviano (ecotasa) o una mezcla de ambos? Y ¿Cómo puede afectar la excesiva regulación al ritmo innovador necesario para evitar los problemas de congestión? Precisamente, la Ley General Turística actual, ahora tan discutida, buscaba incentivar la renovación e innovación de producto.
10 comentarios
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Seguramente la mayoria de los turistas de punta ballena son de izquierdas,a estos los dejaran pasar
SI TOTALMENT D"ACORD, I ZONES DE PUNTA BALLENA I S"ARENAL DERRIBADES
Supongamos que este personaje quiere ir a Londres en la próxima Semana Santa y le digan que no puede ir porque está completo el numero de turistas que pueden entrar en la City. Incongruente ¿no?, absurdo, estúpido, pues eso.
i no convé limitar els mallorquins doiuts...?
Crec q també hem de limitar les zones q volem explotar turísticament. La pressió del turisme sobre la població local es cada vegada mes grossa. Trobam turistes a llocs que abans eren tranquils (així a la serra de tramuntana). Tot per aconseguir q els q es fan rics ho siguin un poc mes. Estaria be començar a pensar a limitar el turusme no solament amb numero sinó també limitar lo a certes zones, o al manco no promocionar lo poc q mos queda per així no sentir tant la pressió agobiant q tenim als mesos d'estiu.
Está claro que temporales de invierno, ausencia de posidonia y mareas ayudan. Pero un informe de la UIB, hace ya algunos años, cifraba en 10 gramos de arena adheridos en cada pie lo que cada turista o residente que pisa una playa se lleva tierra adentro. Calculen ésto por el número de turistas y las veces que a diario pisan la playa para ver cómo la arena desparece y luego “hay que regenerarla”. Una presión turística claramente excesiva que impide la regeneración natural de las playas. Seguimos sin poner coto al evidente excesop de turística que está perjudicando al medio ambiente. Bienvenida una ecotasa disuasoria que evite el exceso, o como mínimo ayude a regenerar los daños, y que logre un turismo selectivo de mayor calidad. Los residentes estamos hartos de oír llenarse la boca a los hoteleros, desde hace ya muchas décadas, con palabras de una calidad que no están dispuestos a aumentar.
¿Y cómo lo harán?, ¿poniendo la policía ideológica en aeropuertos?, ¿amedrentando a los empresarios? ¿cerrando hoteles?
El que vengan mas turistas y colapsen la isla, ni crea mas empleo ni mejora la economia. Mas bien a la larga, todo lo contrario.
¿Así es como piensan mejorar nuestra economía y crear más empleo, procurando que vengan menos turistas?
Evidentemente hay que limitar el número de turistas....como ya hacen en Canarias. No hay que hacer tantos estudios...basta con pasear por Palma o intentar llegar a cualquier playa... Es malo para nosotros y malo para el turismo de calidad. ( bueno...perfecto para la mayoría de turismo que viene...el de borrachera)