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En los últimos meses, los acontecimientos políticos han traído grandes vientos de cambio: el hartazgo de la población hacia determinadas conductas, la falta de renovación en los partidos y su incapacidad para comunicarse con los votantes han propiciado un Parlament bastante novedoso, que sin embargo tendrá, al igual que todos los parlamentos anteriores, la responsabilidad fundamental de dictar leyes que garanticen el bienestar de la Comunitat.

Las Illes Balears se han caracterizado por un modelo económico muy basado en el turismo y la hotelería, gracias a sus privilegiadas condiciones naturales, la hospitalidad de sus gentes y el empuje de sus empresarios, que hemos llevado el nombre de Mallorca y de sus empresas por todos los confines del mundo. Esto es hoy un orgullo para nuestra tierra, y así parece valorarlo ya el 75% de los ciudadanos, que según el reciente estudio elaborado por TNS para la Federación Hotelera de Mallorca, respetan y aprecian en alta medida al gremio de los hoteleros.

Este modelo nos ha permitido en los últimos años adelantar al resto de España en la recuperación económica, con la valiosa ayuda de una política turística eficaz, y orientada a crear un bucle virtuoso de inversión y generación de empleo. La nueva ley turística consiguió provocar las condiciones y seguridad jurídica adecuadas para que los empresarios pudiéramos invertir aquí, en nuestra casa: basta recordar que, solo en esta última temporada, los hoteleros hemos invertido cerca de 400 millones de euros en mejorar el producto turístico, lo que nos está permitiendo, además de dotar de sostenibilidad y competitividad al modelo, atraer un tipo de turistas de mayor exigencia y poder adquisitivo, en detrimento del turismo más barato que va, paulatinamente, reduciéndose.
Por el contrario, si Balears dejara de ofrecer seguridad jurídica, o un entorno competitivo para las inversiones, es muy probable que estas se dirigieran a otros destinos más seguros o rentables, porque hoy el mundo no tiene barreras, y las empresas irán a donde puedan asegurar la creación de valor para sus accionistas, empleados y el resto de sus grupos de interés.

Preocupante parece por ello la agria reacción de una portavoz del nuevo Parlament balear ante la visita institucional de la presidenta de los hoteleros, una reacción que sugería la existencia de serios prejuicios hacia nuestra principal industria y que, de confirmarse, nos preocupan y haremos todo lo posible para superarlos por la vía del diálogo y la colaboración transparente y honesta.

Hay cosas que no deben cambiar, y aunque nuestros políticos traigan aires nuevos y otra forma de hacer, deben tener siempre presente la gran responsabilidad que conlleva representar a toda una sociedad y observar en el ejercicio de su poder las virtudes cardinales que, desde los tiempos de Platón, deben adornar a los gobernantes: prudencia, fortaleza, templanza y justicia.