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La fuerte caída del turismo ruso este verano debería servirnos de lección sobre lo arriesgado de apostar por mercados que no reúnen los requisitos para garantizar flujos turísticos continuos en tiempo y cantidad hacia nuestros destinos turísticos.

En los últimos cinco años las comunidades autónomas, y especialmente la Secretaría de Estado de Turismo, gastaron un porcentaje desproporcionado de sus presupuestos de promoción en ese mercado, que fue calificado de prioritario en los planes de marketing en perjuicio de otros como el francés que eran clasificados como secundarios. El argumento: un turista ruso gasta de promedio en España más del doble de un turista francés, lo que sin duda es cierto pero no basta para compensar la diferencia en las llegadas.

El resultado está ya a la vista. Este año vendrán a España diez turistas franceses por cada ruso y el ingreso total será unas cuatro veces superior. Está claro que además de las sanciones y la depreciación del rublo, la caída del precio del petróleo negativa para Rusia, ha coincidido con la desviación de turistas franceses de sus previstos destinos en Túnez y Egipto hacia las costas españolas. Pero así como en el caso ruso aparte de turistas hemos perdido cuota de mercado, en el francés ha pasado justo lo contrario. Y es que cuando vienen mal dadas, los turistas tiran por camino más fácil, y Turquía, Tailandia, para los rusos, España para los franceses.

Decía el mítico presidente de General Electric Jack Welch que la compañía tenía que centrar sus esfuerzos en los mercados en los que era líder u ocupaba la segunda posición. Esa es nuestra posición en Francia desde hace muchos años mientras que en mercado ruso nos cuesta entrar entre los primeros diez destinos. Y lo previsible es que mientras duren las sanciones y el petróleo siga barato, los rusos irán a destinos cercanos y baratos. Los que tengan guardados dólares o euros en el colchón puede que decidan invertirlos en comprar una casa o un apartamento en España, ya que no les basta para adquirirla en Londres como hacen los oligarcas de verdad, pero se trata más de una inversión inmobiliaria que de una segunda residencia donde pasar un mes de verano al año.

Cuidado con las malinterpretaciones. No digo que haya que abandonar ese mercado; sus motivaciones se corresponden con nuestra oferta, sino que hay que dedicarle el presupuesto correspondiente a su importancia relativa. Está claro que para Catalunya seguirá siendo una sustancial fuente de turistas, y que es importante para Tenerife y la Costa del Sol, pero el resto de los destinos debería buscar su clientela principal en los mercados tradicionales.

Y atención a China, donde la desaceleración del crecimiento y la caída de la bolsa en julio impedirán que se cumplan las previsiones de un millón de turistas para 2020.