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Las últimas caídas pueden provocar que los ahorradores que están en liquidez esperen ansiosos el momento para invertir en Bolsa, ya sea porque han vendido por miedo, por limitación de pérdidas o porque nunca han entrado.


En primer lugar, hay que dejar claro que el “dogma de fe” que marca comprar siempre que baja porque “ya subirá” es falso y puede provocar muchas pérdidas a los pequeños inversores durante demasiado tiempo o, incluso, de forma perpetua.

Dicho esto, es verdad que en ocasiones es preferible comprar más barato ya que el potencial de beneficios matemáticamente es mejor, pero, a veces vale la pena esperar a que se vayan recuperando los mercados con el fin de entrar en una tendencia más consolidada buscando los niveles de apoyo adecuados.

Para los que invierten a más corto plazo (semanas o meses) este nivel es más importante ya que al tener un objetivo de rentabilidad más pequeño también deben limitar más las pérdidas y por tanto buscar soportes ajustados. Un ejemplo general podría ser que para buscar un beneficio del 10% hay que asumir una pérdida únicamente del 4-5%.

Sin embargo los más largoplacistas (a años vista) que buscan rendimientos ambiciosos (del 50 al 200%) sí pueden asumir más pérdidas y por tanto ajustar menos la compra.

Siendo las caídas desproporcionadas como han sido, viendo el entorno macroeconómico y los resultados empresariales, hay que buscar entradas en suelos para confeccionar carteras diversificadas a los inversores que disponen ahora de liquidez para invertir.

Existen niveles de soportes claros en los principales índices que pueden servir como referencia, muy ajustada para los cortoplacistas y más flexible para los más tradicionales.


Actualmente tenemos soportes y resistencias claros en los entornos del 8.200 en el IBEX; el 3.000 en el EuroStoxx; el 1.850 y mejor si supera el 2.000 en S&P y el 4.100 en el Nasdaq; siempre sabiendo que por debajo existe riesgo de tendencia bajista y que cada uno debe saber cuál es su límite de pérdidas.