Una a una, Sebastián interviene con precisión quirúrgica las piezas que conforman este puzle gigantesco que forma España: analiza detenidamente la eficiencia, la productividad, la competitividad, el rol de los agentes sociales y económicos, el papel los partidos políticos o la política educativa. “Desde la instauración de la democracia, el ejercicio del poder ha tenido tres características definitorias: la ocupación de instituciones públicas por las cúpulas de los partidos políticos, una forma de hacer política dominada por el clientelismo y una devaluación de la producción legislativa”, concluye el autor.
Diferentes trabajos de investigación constatan que el mal funcionamiento de las instituciones condiciona el crecimiento. Las variables económicas se han estancado: España no puede seguir el ritmo de la mayor parte de los países europeos, aunque en los inicios de una temporada turística que se estima excepcional, cerremos los ojos ante la pobre dinámica de crecimiento y competitividad que se registra desde la década de los noventa.
Aquí, el equipo económico del catedrático Antoni Riera hace hincapié de forma reiterada en el mapa estratégico que dibuja la evolución de nuestra comunidad. “La falta de una política económica propia ha tenido, en los últimos veinte años, una doble incidencia sobre Balears: por un lado, se ha recortado el nivel de prosperidad y, por el otro, se ha registrado una pérdida de la competitividad global”.
Si hoy Balears registra el mayor crecimiento de empleo del país lo hace gracias a la creciente interconexión de las economías, con la incidencia del progreso tecnológico sobre la productividad, y al efecto negativo del terrorismo sobre los destinos competidores.
El escenario es complejo y exigente para Balears, también para España, aunque con matices importantes. Nuestra comunidad debe beneficiarse del desarrollo de nuevas formas de pensar y de administrarse, que permitan el despliegue de iniciativas, servicios y productos innovadores. Nuestras empresas podrían aprovechar las oportunidades que brinda el nuevo escenario de competitividad global por donde discurre el futuro de la economía social.
Remediar el mal del poder implica una transformación importante en la productividad, los servicios, la logística y en el posicionamiento estratégico. Es necesario conocer y reforzar nuestras oportunidades y saber cuáles son nuestras ventajas competitivas de futuro.
El poder está en la formación. Como recuerda Sebastián, si España mejora sus resultados en el test PISA y se acerca a los mejores países europeos, el PIB per cápita se elevará aproximadamente en un 25% en un número determinado de años. Pero, hoy por hoy, el país se muestra atascado en un desierto electoral. No ha habido forma para entender el voto del ciudadano. La generosidad del acuerdo para beneficiar al país ha brillado por su ausencia en la escena política nacional. No sorprende que la Encuesta Europea de Valores muestre que los españoles no consideran que su puesto de trabajo sirva para desarrollar ninguna iniciativa creativa. Y que este mismo ámbito limite y condicione los incentivos: los de los jóvenes, para formarse y los de los empleados, para ser más eficientes.
Para Balears, es fundamental gestionar el conocimiento estratégico adquirido, y entender y utilizar los valores que impone esta nueva coyuntura: capital humano y dinámica de colaboración. Se debe definir, pactar y emprender esta urgente transformación productiva en el marco de una estrategia a medio y largo plazo.
Con esta coyuntura es imprescindible abrazar otro principio esencial: el de crear valor y compartirlo. Es a partir de esta creación de valor, económico, social, estratégico y humano, que podremos reforzar la conexión entre generar progreso económico y bienestar con el crecimiento sostenible. Y, sobre todo, conectarlo con la competitividad de Balears.
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